Imagen: Cuenta Pública 2024 (Fuente)
Por Victor Serge
La cuenta pública de este año está dando que hablar, como es usual. Como es usual, la oposición salió a criticarla y el oficialismo a defenderla. Pero, ¿Cómo deberíamos ponderar nosotros, los cualquiera, lo que se dijo en la cuenta? ¿Cómo deberíamos evaluar nosotros al gobierno?
Es complicado. Pero podemos ir elaborando criterios propios para pensarlo, según los valores, objetivos e intereses que tengamos. El gobierno fue electo por un programa y una agenda de ampliación de derechos sociales, por los derechos sexuales y reproductivos, por la defensa del medioambiente, por las luchas de los trabajadores, etc. Pensar en cómo le ha ido en estos distintos frentes es una forma de comenzar a evaluar.
En la cuenta pública se puso mucho énfasis en el tema de seguridad. Se ofrecieron más de 10 propuestas en este ámbito. Por más crítico que uno sea, sería absurdo achacarle a este gobierno el problema de la seguridad, obviamente. Y se entiende la presión que sienten en atenderlo, considerando las percepciones ciudadanas sobre lo que ya ven como una situación de crisis. Dejando de lado qué tan exagerada o alarmista es esta percepción, el país nunca ha sido del todo seguro y cada crimen, particularmente el crimen violento, es grave. Ante esto, el gobierno ha puesto los mismos énfasis que pondría la derecha al respecto, fortaleciendo la función policial del Estado (aunque tratando, a diferencia de la derecha, de avanzar en aspectos preventivos del delito). Atrás quedaron las ideas de refundación de la policía (algo que, se podría argumentar, sería importante), y la militarización en la Araucanía solo ha empeorado.
Todo esto ya da suficiente para discutir, y no se han dejado de escuchar las voces críticas en este frente, especialmente desde la izquierda (a quienes no deberíamos, me parece, desestimar como radicales irracionales, sino como un interlocutor válido en la conversación).
Se han hecho avances notables en temas laborales, con el aumento del salario mínimo y la reducción de horas de trabajo. Está en la mesa, además, el importante tema de la negociación ramal, que le daría a los trabajadores mucho más poder de negociación. No obstante, no todos creen que la relación del gobierno con los movimientos sociales y los trabajadores es satisfactoria, y las críticas por lo mismo también se hacen ver en ese frente desde la misma izquierda.
En varios otros ámbitos se han hecho avances, muchos de los cuales han sido chequeados por iniciativas como Fast Check CL. Estos no podrían ser negados. Se mantienen, sin embargo, problemas y críticas serias a la gestión del gobierno, a menudo en estos mismos frentes. En cuanto a medioambiente, por ejemplo, algunos insisten en las incoherencias que podrían verse en la aproximación del gobierno al tema medioambiental. La aprobación del TPP-11 pone en riesgo futuras normas medioambientales de protección, toda vez que las empresas podrán demandar la Estado de Chile si es que éste cambia las condiciones de inversión en el país.
Mientras los funcionarios de gobierno aceptan reuniones con lobbyistas incluso de manera informal, algunos ambientalistas reclaman que ellos no tienen esa clase de acceso para dialogar y negociar con el gobierno. Reclaman, también, que la aplicación del tratado de Escazú está tardando demasiado, y que el negocio forestal ha sido mantenido intacto a pesar de los monocultivos y su rol en el deterioro ecológico y el letal fortalecimiento de los incendios forestales. Los científicos vienen desde siempre criticando los monocultivos. Este gobierno, que tiene acceso a la colaboración y asesoría de miembros de la comunidad científica, no debiera hacerse el Larry y debiera tomar medidas urgentes al respecto.
La senadora Fabiola Campillay informó antes de la Cuenta Pública que ella no asistiría. Se declara decepcionada del desempeño del gobierno en cuanto a agenda de derechos humanos, lo que ella, razonablemente, asocia también al problema de la seguridad. Obviamente: los pacos y milicos violentos, que se salen de la ley y el protocolo para agredir y aterrorizar a la población, son delincuentes y (se podría argumentar) uno de los riesgos más importantes que enfrenta, a la larga, la ciudadanía. Tal es lo que ha sostenido el académico Diego Becerra, en su artículo “Reconocimiento, simetría, y comunidad: pensar las limitaciones estructurales del estado policial a la luz de la revuelta de octubre 2019”, donde hace un análisis, informado por la teoría social y la filosofía, sobre la conflictiva relación entre policías y ciudadanos en nuestro país. El gobierno ha carecido de convicción para combatir esta clase de criminalidad a manos de funcionarios estatales, y sea por miedo o cualquier otra razón, no podemos sino esperar que esto genere decepción en muchos de nosotros, por ver avances mediocres en un tema tan delicado.
En cuanto a anuncios, los más interesantes y positivos son la discusión sobre aborto legal (que se reabrirá al fin en el Congreso, aunque sin buenos prospectos); la propuesta de expropiación de parte de Villa Baviera (ex Colonia Dignidad) para la construcción de espacios de memoria histórica; ley de eutanasia, y la adhesión de Chile a la demanda de genocidio contra Israel interpuesta por Sudáfrica.
Sobre las evaluaciones al gobierno en general, entonces, en realidad sigue siendo complicado. Hay varios aspectos que considerar. Pero se pueden también ofrecer consideraciones más generales. A entender mío, el gobierno ha sido problemático y ha carecido de convicción y compromiso con su programa y sus bases electorales y militantes. Los avances, las buenas intenciones y el esfuerzo genuino que han puesto no logran compensar por estos problemas.
Uno de los críticos más agudos del gobierno viene de la misma izquierda y desde el mismo partido original del que salió Boric. Hablamos del historiador y académico Luis Thielemann, quien también es parte del comité editorial de Revista Rosa. A propósito de la creación del último logo del Frente Amplio, Thielemann comenta en una de sus últimas contribuciones para la mencionada revista:
“El Frente Amplio, con el presidente Boric como portavoz entusiasta, decidió en 2017 una estrategia de emergencia que prescindía de la luchas sociales y de la fuerza propia y autónoma para la política parlamentaria y luego para gobernar. El PC nunca pudo oponer a eso algo más que consignas, y sus sectores más jóvenes se ven conformes. El resto de las estrategias de izquierdas fue y ha sido dogmáticamente rechazado desde entonces. Esa línea, podemos decir sin arriesgar mucho, ha sido un fracaso, y luego de siete años de confiar exclusivamente en los procesos e instituciones de la dominación y el Estado, con muy mediocres resultados, parece muy ridículo hacer prédicas a la lucha como si fuese la danza de la lluvia.
Con las fuerzas vivas de la izquierda en pasmoso silencio y sin quehacer, poco se puede crear. Y lamentablemente solo allí puede hacerse la crítica a la estrategia de prescindir de la creatividad de la multitud, de la fuerza de las luchas sociales que ninguna alquimia puede crear y cuyas ofensivas ningún cientista social con ínfulas de vidente puede predecir.”
Esperamos que en los dos años que quedan las cosas mejoren, pero es difícil de anticipar. Al menos, el país no se está cayendo a pedazos (como dicen a veces desde la derecha), pero queda demasiado por mejorar y a largo, largo plazo la cosa se ve peluda (especialmente en cuanto al medioambiente). Cantar victoria por avances solamente parciales, con montones de problemas y donde la derecha amenaza seriamente ganar la próxima elección, sería, francamente, de una miopía mayúscula. Nunca hay que conformarse con poco.