Imagen: judíos ortodoxos manifestándose en favor de Palestina con el lema «Toda Palestina bajo soberanía palestina» (Fuente)

La invasión israelí sobre Palestina está en sus fases más violentas desde que comenzó la ocupación, hace ya más de medio siglo. Desde el 7 de Octubre ya van en aproximadamente 38 mil los muertos de Palestina, versus más de 1000 víctimas israelíes en manos de Hamas en el ataque del 7.

Lamentablemente, la investigación de Pew Research Center da razón para pensar que una enorme mayoría de israelíes aún estaría apoyando la intervención de su país en Gaza (donde se dividen más que nada entre los que creen que Israel ha tenido una reacción proporcional y adecuada, y los que creen que no ha sido suficiente). Ya había reportado la Universidad de Tel Aviv (de Israel) la abrumadora mayoría que, según sus sondeos, hubiera apoyado la reacción inicial de Israel ante los ataques del 7 de Octubre del año pasado (tras tres semanas de conflicto), con 57,5% de los encuestados de la mayoría judía (80% de la población del país) opinando que la respuesta (en cuanto a potencia de fuego desplegada) no fue suficiente, 36,6% considerándola adecuada y apenas un 1,8% pensando que fue excesivo (pero no por eso criticando la invasión). Esos tres números suman 95,9%, lo que sería más de 9 de cada 10 israelíes.

En Estados Unidos, el principal sponsor de Israel (y donde hay una comunidad judía de más de 7 millones de personas), buena parte de los judíos también ha apoyado el esfuerzo de Israel en territorio palestino. Para Abril de este año, según el reporte de Pew Research Center, más del 60% de los judíos norteamericanos encuestados apoyaba la intervención del estado de Israel, aunque este número baja considerablemente (llegando a menos de la mitad) cuando se toman segmentos de edad más jóvenes (al revés de lo que pasa en Israel mismo, donde mientras más joven más radicalizado hacia la derecha se espera que estés).

No obstante, un número importante de judíos se ha opuesto a la masacre de civiles e incluso se opone derechamente al sionismo, el proyecto ideológico que ampara la existencia misma del estado de Israel. Recogemos acá algo de información sobre la nobleza de estos personajes y sus opiniones.

En palabras del Allan Brownfeld, editor de la revista American Council for Judaism (para TRT World), la propaganda sionista ha creado una fuerte confusión entre “religión” y “nacionalidad” entre los judíos gringos (y seguramente, pensamos, para los judíos del mundo en general). Considera que, derechamente, si el mundo quería compensar a los judíos por el Holocausto (el principal proceso que motivó la alta popularidad del sionismo gringo en primer lugar), mejor hubieran hecho dándoles un pedazo de Alemania (los palestinos no habiendo tenido nada que ver). Para Brownfeld, los judíos del mundo son ciudadanos de los países donde viven, no israelíes exiliados (como dice el sionismo). Según registra y comenta Brownfeld, críticos judíos del sionismo han habido desde hace mucho. Según él, muchas de estas críticas han tenido un valor profético, adelantándose a los peligros desatados que implicó la creación forzosa de Israel.

Con más vehemencia, un activista judío antisionista (registrado en la página Pulseofpal) expresa cuatro puntos al respecto en una manifestación callejera: “Uno: Judaismo no es sionismo. El judaísmo es una religión sagrada; el sionismo es un movimiento político nacionalista radical. Dos: Israel no es el Estado de los pueblos judíos; es el Estado de los israelíes. Tres: Israel no representa a los judíos y no habla en su nombre. Cuatro: los judíos no son responsables por las acciones o la ideología del Estado de Israel.”

Noam Chomsky, el reconocidísimo científico anarquista (también de origen judío, y autor de un popular texto sobre manipulación política mediática ya reseñado en este medio), lo plantea con similar radicalidad. Ante la pregunta de un sionista consultando si creía que era antisemita decir que Israel no debería existir, Chomsky afirma su postura: Israel, en efecto, a la larga no debería existir. Eso, insiste, no es llamar a barrer con nadie. Es simplemente la exigencia de que exista un único estado democrático que no discrimine ni a judíos ni palestinos (en contraste con lo que sería un etno-estado turbo-militarizado con un sistema de apartheid, o sea, como Israel y su ocupación ilegal). Como expresa Chomsky, “hay dos países que no están solo llamando a que una nación deje de existir, sino que de hecho la están destruyendo. A saber, Estados Unidos e Israel. Esa es su posición con respecto a los palestinos.”

Para los judíos en Israel y América que se movilizan a favor de Palestina, su solidaridad con el pueblo árabe está enraizada en sus valores judíos mismos.

Un judío notable que ha destacado en la resistencia pro-Palestina es Norman Gary Finkelstein. Científico político dedicado a temas relacionados con el judaísmo, Israel y el sionismo, y el conflicto en Palestina. Su familia fue víctima directa del Holocausto, la ya mencionada gran matanza de judíos por parte de los nazis en Europa. Finkelstein ha llegado tan lejos en su defensa de Palestina y la crítica al sionismo y la violencia israelí, que su carrera académica se vio prácticamente terminada por presiones del sionismo mediante su insidioso lobby. A pesar de ser un académico impecable (según la misma universidad que lo despidió en primer lugar), no ha podido tener pega regularmente como antes. Le ha costado la capacidad de seguir escribiendo y de sentirse bien con su propia vida y la existencia que lleva. Ni siquiera puede ir a Palestina, pues Israel le prohibió ingreso después de que en 2008 expresara apoyo a Hezbolá.

Según Finkelstein, la Franja de Gaza fue convertida en un campo de concentración por parte de Israel. Desde hace años denuncia las masacres en manos del etno-estado judío, y se ha hecho célebre por atreverse a decir las cosas como son, en la cara, a sionistas y judíos victimistas incapacez de asumir la cruda realidad de su historia reciente. En una conferencia en la Universidad de Waterloo, alrededor de 2009, Finkelstein le responde a una asistente que, llorando, le reclama al doctor en ciencia política por hacer comparaciones entre el sionismo y el nazismo, diciéndole que esto es muy ofensivo, especialmente para con las víctimas del Holocausto:

“Ya no respeto eso. Realmente no lo hago. No me gustan ni acepto las lágrimas de cocodrilo (…). No me gusta jugar la carta del Holocausto ante una audiencia. Ahora me siento obligado a hacerlo (…). Mi difunto padre estuvo en Auschwitz. Mi difunta madre estuvo en el campo de concentración de Majdanek (…). Cada uno de los miembros de mi familia, por ambos lados, fueron exterminados. Mis dos padres estuvieron en el levantamiento del gueto de Varsovia. Y es precisa y exactamente por las lecciones que mis padres me enseñaron a mí y a mis dos hermanos, que no seré silenciado cuando Israel comete sus crímenes contra los palestinos. Y no considero nada más despreciable que utilizar su sufrimiento y su martirio para tratar de justificar la tortura, la brutalización, la demolición de hogares que Israel ejerce diariamente contra los palestinos. Así que me rehuso a seguir siendo intimidado o atemorizado por las lágrimas. Si tuvieras algo de corazón en tí, estarías llorando por los palestinos (…).”