Están ocurriendo terribles incendios en la Región de Valparaíso. Temprano en la mañana de hoy Viernes ya se habían quemado 125 hectáreas (175 canchas de futbol del mundial), la PDI sección Ecología del Laboratorio de Criminalística perician la zona para investigar los orígenes de esta tragedia y el gobierno declara Estado de Catástrofe. Cientos de viviendas y familias afectadas, miles de personas a la deriva y teniendo que volver a comenzar a menudo sólo con lo que llevan puesto.

Diagnóstico de la situación

El profesor Hermann Manríquez, científico de la zona y director del Instituto de Geografía de la PUCV, ofreció esta misma mañana, mediante una entrevista para LVQS (minuto 41 y siguientes), información y consideraciones clave para entender lo que está pasando. Es importante, sin duda, entender el contexto más amplio de los incendios. La geografía (física y social) da cuenta clara de estos asuntos como asuntos del territorio y los espacios naturales y sociales donde vivimos. Estos incendios no se tratan solo de quienes puedan encender las llamas y provocar un incendio (omitiendo la posibilidad de que fuera un accidente o provocado intencionalmente, y por qué). También hay aspectos físicos como el relieve y el clima, además de aspectos humanos, incluyendo la ocupación del territorio, la precariedad del paisaje y de las condiciones materiales de las personas que ocupan y habitan el sector costero. 

El relieve ha impactado en la expansión que tuvo, pero también con el clima (las tendencias en el estado de la atmósfera en periodos largos), como también con la meteorología o el estado de la atmósfera. Hablamos de muy altas temperaturas y con un calor que persiste incluso en la noche. Estas altas temperaturas, más aún con los relieves, hace que la expansión del fuego sea más potente. Lo altamente irregular del territorio cruzado por la cordillera de la costa incrementa la velocidad de los vientos al “encajonarlos”. Las quebradas con viento más fuerte, baja humedad atmosférica y alta temperatura son mezcla fatal en este contexto. 

Cambio climático

Si bien estas zonas tienen incendios con cierta regularidad desde hace mucho, mucho tiempo, a nivel mundial se han visto más incendios intensos de lo normal (Véase “Informe incendios forestales 2020: El planeta en llamas” donde figuran entre los incendios más devastadores los de la Amazonía, Indonesia, California, África Central, España, Portugal, Norte y Centro de Europa, Australia, incluso el Círculo Polar Ártico y Chile). Incluso han habido olas de calor este año provocaron una mortandad excesiva incluso decenas de miles de personas en Europa, aunque se proyectaran menos. Hay un montón de evidencia evidencia para pensar que el cambio climático de origen humano (más allá de los cambios naturales de temperatura en el planeta) es un aspecto importante de todo lo que está pasando a nivel planetario, y considerablemente sobre su rol en los incendios. 

El periodo seco en el año, en los distintos rincones del planeta, comienza a ser más extenso y con ello el periodo de “recarga de humedad” de los territorios sea más breve. La vegetación de estos paisajes no se logra adaptar tan rápido y muere, se seca y queda disponible como combustible para el desarrollo de incendios. El cambio climático estaría alterando los parámetros usuales o “normales” en el clima mediterraneo y en el mundo entero. Muchos fenómenos van aparejados a eso, algunos relacionados más directamente con el tema de los incendios: aumento del nivel del mar, marejadas, aluviones, retroceso de glaciares (completar, documentar), sequías, mayor recurrencia de catástrofes naturales. Para el público interesado y que entienda o quiera entender la gravedad de estos problemas, puede revisar una de nuestras contribuciones anteriores sobre la crisis ecológica, el cambio climático y la gran fuerza que tiene la evidencia científica en este tema.

¿Qué hacer?

En cuanto a la intervención del territorio para prevenir y mitigar estos riesgos, el profesor Manríquez también resalta la vulnerabilidad económica, la precariedad material de las comunidades. Es primordial evitar que las personas, por necesidad, se localicen en lugares más riesgosos, más propensos a la generación de incendios (y que se desarrollen actividades en tales lugares). Las condiciones de precariedad de los márgenes urbanos de gran parte de las ciudades del mundo son tales que las personas se localizan en los terrenos más baratos y accesibles (era que no).

En Viña y Valparaíso hay personas que tienen que construir en situación muy precaria, sin vivienda sólida, con materiales combustibles y donde hay poco suelo (la zona costera es angosta, aunque variable en ancho). Como hay poco espacio, la población y las actividades de la zona costera compiten por él. Las personas se tienen que instalar en quebradas y zonas no habilitadas para vivienda, sin servicios sanitarios asociados al sistema comunal y la basura se acumula en las partes bajas, particularmente también en las quebradas. La vegetación se ve desplazada y todo queda como material dispuesto para los peores resultados. Los efectos ecológicos en cadena del incendio de la flora local también pueden ser inesperados y desafortunados, difíciles de anticipar con precisión y con alto potencial para alterar los delicados equilibrios de los ecosistemas locales.

Si bien hay incendios que son normales y en cierta forma ecológicamente “saludables” para ciertos bosques o ecosistemas (es parte de sus “equilibrios”), esta normalidad de todas maneras ha sido alterada por el cambio climático. De forma natural, el incendio tiene que ver con una chispa generada en la hierba seca de los lugares (pueden provocarlos también volcanes o rayos eléctricos). La acción humana en los mismos lugares, y a nivel ecológico global tienen otro rol importante. Eso incluye las situaciones arriba descritas pero también los descuidos y falta de conciencia de los usuarios de esos terrenos, de nosotros mismos. Ahí por lo mismo también hay un aspecto cultural y educacional importante que hay que atacar con urgencia. No podemos permitirnos ser descuidados con este tema, y hay que promover en nuestros distintos espacios las claridades necesarias para prevenir incendios, catástrofes y cómo enfrentarlas. Un esfuerzo mayor tiene que hacerse por difundir esta clase de información y que todos la incorporemos a nuestras vidas. 

Nada de esto es suficiente, en todo caso, si no atacamos la pobreza que aqueja a nuestra gente y la grave crisis ecológica donde grandes empresas y Estados han sido cómplices activos y pasivos en este largo proceso de extinción masiva, dislocación creciente de comunidades, aumento de catástrofes naturales y la amenaza clara de un futuro muy peligroso y precarizado para la humanidad (de seguir este paso).

Las metas, de acuerdo a lo mejor de nuestra ciencia, indican que no podemos bajar del 2030 sin una reducción de 43% de las emisiones netas de gases de efecto invernadero (los que están fundamentalmente acelerando, por acción humana, los procesos de calentamiento otrora naturales del planeta). Para 2050 tiene que haber una reducción del 100% de emisiones netas, y solo para prevenir que sea mucho peor de lo que ya se será en buena medida, con lamentables consecuencias para la vida en la tierra y las personas. 

Si no paramos de contaminar a estos ritmos y no cumplimos estas exigentes metas, las consecuencias pueden ser catastróficas. Aunque parezca de película de ciencia ficción, nuestros mejores científicos creen que un gran trozo de la humanidad se vería desplazada de sus territorios volviéndose inhabitables (se cree que podrían haber más de mil millones de “refugiados climáticos” para 2050), más muertes por olas de calor, más incendios, un eventual colapso del sistema y la producción agrícola, la muerte masiva de la fauna del océano, miles de millones que podrían perder acceso a suficiente agua (ya siendo un problema mayor, junto a las escandalosas cifras de hambre que ya azotan a la humanidad) y sin prospectos claros de supervivencia para incluso la mayoría de la humanidad dentro de este o los próximos siglos.

Es nuestro deber pensar y actuar bien, proteger la vida y a nuestra gente a toda costa. 

Centros de acopio para ayudar a nuestros compatriotas afectados (en actualización):

    • Centro de acopio en Valparaíso: Colegio comunal de profesoras y profesores (San José 36)

    • Centro de acopio en Viña del Mar:

        • Espacio Fátima Campaña del 79, sin número forestal

        • Liceo Bicentenario Viña del Mar (2 Norte 700)

        • Complejo Deportivo Jonathan Araya (Calle Viña del Mar 206)

        • Delegación Reñaca (Av. Borgoño 15280, Reñaca)

    • Centro de Acopio Santiago Centro: Argomedo 40

    • Centro de Acopio Ñuñoa: Liceo 7 José Toribio Medina (Carmen Covarrubias 39)

    • Centro de Acopio La Reina: Aldea del Encuentro (Av. Alcalde Fernando Castillo Velasco 9750, Sector Estadio)

    • Centro de Acopio Providencia: Club Providencia

Aportes gestionados por el Municipio de Viña del Mar y Fundación Techo, conocida anteriormente por su actual slogan “Un Techo para Chile”:

Nombre: TECHO Chile

Rut 65.533.130-1

Cuenta Corriente 14202-0

Banco Santander

E-mail: administracion.chile@techo.org

Aportes materiales: 

Se ha avisado desde la Municipalidad de Viña del Mar que ya no necesitan más ropa (aunque se ha seguido solicitando en algunos lugares frazadas). Se ha seguido solicitando también:

    • Alimento: agua embotellada, bebidas isotónicas, barras de cereal, snacks, leche en polvo, alimentos no perecibles

    • Material para voluntarios: palas, guantes, mascarillas y lentes de seguridad, sacos

    • Útiles de aseo: cloro, lavaloza, esponja, bolsas de basura

    • Útiles de higiene personal: pañales, jabón, shampoo, bálsamo, pasta de dientes, cepillos de dientes, toallas higiénicas , copitas menstruales, jabón neutro bebé, shampoo bebé y pasta lassar

    • Alimento para mascotas

    • Insumos médicos: gasa, suero, cinta adhesiva, venda

    • Juguetes y regalos