El reciente hallazgo del Nieto 131, uno de los nietos desaparecidos durante las dictaduras fascistas en Argentina. Este nieto, hijo de Lucía Angela Nadin y Aldo Hugo Quevedo, fue arrebatado a sus padres cuando fueron secuestrados por militares en 1977. La noticia de su hallazgo se dio a conocer en una conferencia de prensa donde se menciona que el Nieto 131 se parece mucho a su progenitor y que estudió la misma carrera que sus padres.

La historia del Nieto 131 es solo un ejemplo de la brutalidad y la inhumanidad de las dictaduras fascistas en Latinoamérica, donde miles de personas fueron secuestradas, torturadas y asesinadas, y sus hijos arrebatados para darlos en adopción a familias de militares y colaboradores del régimen.

Las Abuelas de Plaza de Mayo han liderado la búsqueda de los nietos desaparecidos, trabajando incansablemente para identificar a los niños arrebatados y devolverlos a sus familias verdaderas. El hallazgo del Nieto 131 es una victoria para esta organización y una esperanza para seguir buscando a los nietos desaparecidos.

Sin embargo, también es importante mencionar que aún quedan muchos nietos desaparecidos y muchas preguntas sin respuesta. Es necesario seguir investigando y esclareciendo la verdad sobre lo ocurrido durante las dictaduras fascistas en Argentina y en otras partes de Latinoamérica, para rendir justicia a las víctimas y garantizar que tales horrores nunca vuelvan a ocurrir.

En resumen, el hallazgo del Nieto 131 es una noticia conmovedora y esperanzadora, pero también es un recordatorio de la brutalidad y la inhumanidad de las dictaduras derechistas en Argentina y en Latinoamérica, que impusieron a través del crimen sistemas de abusos y corrupción que siguen aún manteniendo a millones de personas sometidas a sus arbitrios.

“Fue uno de los momentos más conmovedores porque él es una copia de su papá”, dijo Claudia Carlotto, la hija de Estela, en la conferencia de prensa donde dieron a conocer la noticia. No es el único dato que habla del modo en el que las memorias se hacen lugar en el cuerpo: el hijo varón de Lucía Angela Nadin y Aldo Hugo Quevedo, desaparecidos en 1977, estudió Filosofía y Letras, la misma carrera de su mamá y su papá.

 

Lucía, Aldo y la búsqueda

Lucía Angela Nadín nació el 13 de diciembre de 1947 en la ciudad de Mendoza. Aldo, el 26 de noviembre de 1941, en la localidad de San Carlos de la misma provincia. Estudiaron en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cuyo donde se conocieron y se casaron seis meses más tarde. Ella era profesora de francés, latín y griego y trabajó con Aldo en un taller de encuadernación en Mendoza; militaban en el PRT-ERP donde ella era «Chiquita» y él, «Dipy».

En mayo de 1976 viajaron a Buenos Aires luego de la detención de un compañero de trabajo, Nicolás Zárate. Con Lucía y Aldo también viajó Beatriz Corsino, compañera de Nicolás. Los tres aparentemente fueron secuestrados al mismo tiempo entre septiembre y octubre de 1977. Lucía llevaba un embarazo de dos o tres meses. Ellos permanecieron en el Atlético y el Banco. A través de las y los sobrevivientes pudo saberse que a Lucía la llevaron a dar a luz entre marzo y abril de 1978. “Hay sospechas de que el parto podría haberse producido en la Escuela de Mecánica de la Armada”, dijo Estela. Desde entonces, no se supo nada más de la pareja ni del bebé.

La búsqueda fue compleja. La familia de Lucía no sabía que ella estaba embarazada. Con el tiempo fueron recibiendo información de quienes habían estado con ella y Aldo antes del secuestro. La primera denuncia formal la hizo el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) de Mendoza en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI). “Si en este momento hay algo que me conmueve —dijo Claudia Carlotto más tarde— son estas dos señoras del MEDH, Pocha Camín y Elba Morales, que tanto militaron el caso Nadín Quevedo cuando había muy poca información, muchas dificultades, pero fueron el pilar y el inicio de esta investigación”.

El 23 de junio de 2004, la CoNaDI confirmó el embarazo de Lucía. En 2005, los Nadín dejaron una muestra en el Banco Nacional de Datos Genéticos. En marzo de 2010, la CoNaDI contactó al hermano de Aldo y sumó su perfil al Banco. Hasta ahí. En paralelo comenzó otra tarea: en 2015, a partir de información aportada por “la sociedad”, como hablan las Abuelas de quienes acercan un dato, lograron identificar a un varón. En 2019, tras un intento infructuoso de contactarlo, la CoNaDI derivó el caso al equipo de Parenti. En abril de 2019, la Unidad lo denunció en la Justicia y el último 14 de septiembre, el Juzgado Federal 4 de Ariel Lijo logró localizarlo, lo invitó a hacerse el estudio genético y el joven-adulto aceptó. El miércoles 21 de diciembre, el Banco comunicó la noticia. “Es hijo de Lucía y Aldo”, contó Estela desde el escenario.

A la conferencia de prensa se sumó Wado de Pedro; Jorge Taiana escuchó en primera fila; las y los nietos identificados, Manu Goncálvez, Juan Cabandié, la generación del recambio, hicieron el aguante parados en la parte de atrás del escenario. Claudia Carlotto subrayó la articulación entre Estado y sociedad civil para las búsquedas. Pablo Parenti dijo: “Se extrañaba estar acá, hace mucho que no teníamos un encuentro. Nadie se desmoraliza con estas búsquedas, la cantidad que se analiza es muy grande y en los últimos tiempos se multiplicaron”. Pietragalla hizo un chascarrillo y luego habló del poder de una foto: la imagen de Lucía y Aldo que estaba en el escenario. “Sus padres fueron secuestrados, torturados y asesinados de la peor manera, pero hoy vuelven a aparecer —dijo— porque su hijo sabe quiénes son: los miró por primera vez en una foto y creo que eso es traerlos de vuelta a la vida, traerlos de vuelta al recuerdo y eso es uno de los logros de nuestras queridas Abuelas que nos permitieron a cada uno de nosotros recuperar la identidad por nosotros pero también para nuestros padres que fueron desaparecidos de la peor manera”.
(de Página12.com.ar)