Es imposible para cualquier cineasta o artista recrear el horror, solo puede acercarse a la periferia y tratar de conmover a su audiencia con pequeños retazos de historias que estremecen nuestras mentes. Es lo que nos permite sobrevivir al horror.
1985, una película argentina del director Santiago Mitre, llega en un momento necesario: el auge del negacionismo traído por las ultraderechas que asoman como hienas, alentadas por una conjunción de factores que los traen de vuelta al escenario político mundial.
Y la película es un buen refrescante de memoria para millones de jóvenes que no vivieron esa época y que el olvido estimulado por las derechas latinoamericanas que quieren con ello pasar colados en la complicidad que tuvieron con aquellos regímenes brutales que apoyaron y aplaudieron.
¿Es posible que Pinochet, Contreras, Videla, Massera hayan dado órdenes de eliminar personas, lanzarlas al mar y luego negarlo sin contar con el apoyo de una parte de población civil, que los azuzaba y aplaudía?
Bolsonaro rinde homenaje al torturadodor de Dilma Rouseff. Kast, Kaiser y Pancho Malo, líderes de la ultraderecha chilena rinden homenaje a Pinochet o van a visitar a Krasnoff a la cárcel. El psicópata y desequilibrado candidato de la ultraderecha argentina Javier Milei cuestiona la cantidad de víctimas asesinadas por la dictadura.
El criminal criollo burlándose de la Justicia, lo hacen pasar por demente para traerlo de vuelta a Chile y poder brindar champaña en su mansión celebrando la indigna escapada.
El asesino de vuelta en Chile agasajada por una de sus adherentes
1985: los argentinos lograron lo que muchos demócratas no pudimos en nuestros países: llevar al banquillo y condenarlos a Prisión Perpetua.
Una pizca es lo que hemos hecho con nuestras propias bestias, que engordan y envejecen en un hotel recibiendo suculentas pensiones pagadas por todos.
1985: Strassera asumió la responsabilidad con el fervor de un muchacho, la profundidad de un cirujano, la pasión y la vehemencia de un hombre convencido que defiende lo justo, con un par de condiciones grandes como dos campanas y con un humor corrosivo y cáustico que, sin embargo, desbordaba ternura, mezcla, decía el propio Strassera, de su sangre genovesa y austríaca.
La película tiene méritos innegables: una cuota de humor que solo es posible por la distancia en el tiempo pero también es el reflejo que tanto víctimas como ciudadanos hemos exigido por siempre: Justicia, Verdad y Nunca Más: las dos primeras las hemos logrado apenas. El Nunca Más es una tarea que jamás debemos abandonar y una de las formas de impedir que se repita es que el olvido no tenga la oportunidad de devolvernos al infierno.
El juicio se inició el 22 de abril de 1985 y finalizó el 9 de diciembre de ese mismo año con la lectura del fallo transmitido por radio y televisión. A través de los cientos de testimonios y en la voz de los sobrevivientes, se expusieron ante millones las atrocidades de la dictadura. Tuvo lugar a través de audiencias orales y públicas contra los nueve miembros de las tres primeras Juntas, desde 1976 hasta 1982, excluyendo a la última presidida por Bignone. La Cámara Federal estuvo compuesta por los jueces Jorge Torlasco, Ricardo Gil Lavedra, León Carlos Arslanián, Jorge Valerga Aráoz, Guillermo Ledesma y Andrés D’ Alessio, y los fiscales Julio César Strassera y Luis Moreno Ocampo.
El Juicio excluyó el tratamiento de la complicidad civil y eclesiástica. Y no fue azar. Las clases dominantes terminaron de aceptar “entregar” a las Juntas del “Proceso” si de ese modo cubrían sus espaldas, haciendo desaparecer a sus máximos beneficiarios. Así lo señala Alejandro Horowicz: (Las dictaduras argentinas) “esa fue la función de esta justicia: probar que los masacradores y la política de la masacre eran antagónicos”. E incluso fue más allá, a pesar de toda la evidencia desconoció la existencia de algún tipo de coordinación, lo que facilitó la aplicación de penas individuales y por fuerza. Videla y Massera fueron condenados a prisión perpetua y Agosti, aunque integrante de la misma Junta, condenado a 4 años y 6 meses; Viola a 17 años de prisión, Lambruschini a 8; Omar Rubens Graffigna, Arturo Lami Dozo, Leopoldo Galtieri y Jorge Anaya resultaron absueltos. Cuando se conoció el fallo y las sentencias, la estrategia de salvataje de las FFAA encontró resistencia no solo de partidos de izquierda sino del movimiento de derechos humanos que mayormente no aceptó este paradigma de impunidad y reconciliación, que aún permanece viva en la lucha de estos sectores por el juicio y castigo a los genocidas.
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