Imagen: ReflexiĂłn (Fuente)
Por Victor Serge
DecĂamos en la primera parte que la filosofĂa se hace preguntas que pueden parecer (o ser) lateras o extravagantes, pero tambiĂ©n otras impresionantes y relevantes, incluso urgentes. Continuamos esta segunda parte de nuestra pequeña defensa de la filosofĂa comentando más sobre lo que se hace en filosofĂa y compartiendo un elocuente fragmento del mencionado artĂculo del profesor Ken Taylor (homenajeado con este artĂculo), además de otro más breve del filĂłsofo, cientĂfico, matemático, crĂtico y activista polĂtico, Bertrand Russell.
Algunos filĂłsofos trabajan en la vanguardia de la reflexiĂłn cientĂfica (contrario a lo que parecen pensar Hawking y DeGrass Tyson, segĂşn comentábamos en la primera parte), mientras que otros están empapados de la Ă©tica y la polĂtica de sus sociedades, buscando nuevas vĂas y respuestas. Algunos están pensando en los fundamentos de la psiquiatrĂa y de la psicoterapia, mientras que otros piensan en la naturaleza y rol del arte en la vida humana, en los fundamentos de la economĂa o en la condiciĂłn social de la sociedades contemporáneas. La variedad de temas es infinita.
A pesar de sus problemas y de las crĂticas, la filosofĂa es, como reporta el profesor Taylor en su artĂculo, una disciplina vital y vibrante, una empresa masiva y en expansiĂłn a lo largo del mundo (con ramificaciones prácticas, polĂticas, teĂłrico-cientĂficas y sociales en general). El profesor Taylor, nos dice en su artĂculo, creĂa “fervientemente” que “nuestra vida colectiva serĂa significativamente mejorada en muchas formas si la filosofĂa fuera a jugar un rol mucho más grande no solo en nuestros colegios y universidades, sino tambiĂ©n en la educaciĂłn tanto primaria como secundaria e incluso en el discurso pĂşblico más ampliamente.”
Para el profesor Taylor, la filosofĂa tiene una naturaleza fragmentaria (no parece ser posible, de momento, dar una definiciĂłn del todo precisa y que abarque nĂtidamente todo lo que pasa por filosofĂa y lo que se hace en los departamentos de filosofĂa). Pero es esta naturaleza fragmentaria tambiĂ©n lo que se asocia a su grandeza e interĂ©s. Es fragmentaria y desunificada, nos dice, precisamente porque está involucrada con casi la totalidad del resto del panorama intelectual de la humanidad. Sin duda, una de las maneras más poderosas de ver a la filosofĂa es como una práctica que se interroga sobre los supuestos e implicancias de nuestras otras prácticas sociales (sea en el arte, la ciencia, la polĂtica, las relaciones interpersonales, etc.).
De acuerdo a Taylor, la filosofĂaÂ
“Es quizás la más interdisciplinaria de las humanidades, por lo menos, y probablemente la más interdisciplinaria de todos los campos de investigaciĂłn intelectual. El rango de asuntos que la filosofĂa ha buscado histĂłricamente y sigue buscando iluminar, y las fuentes sobre las que se basa en su intento para lograr tal iluminaciĂłn es asombroso. Es la filosofĂa la que ha luchado más duramente y con más persistencia para explicar detalladamente los fundamentos racionales de los poderes coercitivos del estado, los deberes de las personas entre ellas mismas, los lĂmites del mĂ©todo cientĂfico. La filosofĂa ha tratado de juzgar en la larga lucha entre ciencia y religiĂłn, de integrar los desalentadores resultados de las ciencias naturales, biolĂłgicas y cognitivas en una visiĂłn edificante o al menos no debilitante del lugar de la humanidad, y de nuestras aspiraciones más profundas, en el orden de las cosas. La filosofĂa busca entender cĂłmo la conciencia y la racionalidad se las arreglan para tener lugares en lo que parece ser un universo meramente material. Busca entender lo que los seres humanos pueden esperar saber y a travĂ©s de quĂ© medios de investigaciĂłn podemos esperar saberlo. Busca entender la naturaleza del arte, la naturaleza de la belleza, la naturaleza de la verdad, del lenguaje, de la acciĂłn, de la causaciĂłn.Â
En sus intentos para entender estas cosas, extrae reflexiones de toda fuente posible —de los productos y prácticas de las ciencias biolĂłgicas y fĂsicas, de las humanidades y las ciencias sociales, de una reflexiĂłn filosĂłfica previa sobre el lenguaje y el significado, de la fenomenologĂa de la experiencia vivida. Tampoco busca el filĂłsofo meramente interpretar, explicar o narrar el mundo. Es un instrumento poderoso para la crĂtica cultural, uno que está dispuesto a someter incluso los trozos más atrincherados y reconfortantes de la sabidurĂa recibida a la severa luz de la reflexiĂłn autocrĂtica. A pesar de que la filosofĂa no siempre genera noticias, a menudo las trae. “Dado lo que sabemos de tal o cual fuente, “ dice el filĂłsofo que trae noticias, “no puedes tener vuestras preciadas nociones de autonomĂa o moralidad o Dios o… lo que sea.” Pero en su mejor forma, la filosofĂa no se detiene ahĂ. Cuando las noticias son difĂciles de tragar, cuando amenaza con debilitarnos y socavar nuestros proyectos, el filĂłsofo nos invita a comenzar nuevamente, preguntando “¿QuĂ© podemos tener entonces? ÂżY quĂ© puede hacerse con lo que tenemos?”
La filosofĂa ha tenido tambiĂ©n una cuota relevante de interacciĂłn con la cultura popular. MontĂłn de comentario filosĂłfico han recibido, en las redes sociales como en la literatura, productos de la cultura popular del cine, la mĂşsica, el comic, videojuegos, el humor. Esto se ve, por ejemplo, en el canal Wisecrack en YouTube, o en la colecciĂłn de filosofĂa y cultura popular de Wiley-Blackwell (que cuenta con traducciones en español de una variedad de tĂtulos, incluyendo algunos como Star Wars, Doctor House, Juego de Tronos). Pero tambiĂ©n se reporta influencia, inspiraciĂłn o motivaciĂłn de corte filosĂłfico en algunos creadores, como en el cine de Hitchcock, Cronenberg o Bergman, o en pelĂculas como Ex Machina, Ghost in the Shell, o videojuegos como la serie Fallout, Deus Ex o Papers, Please. Se puede argumentar que el cine o el arte en general pueden ser directamente vehĂculos de reflexiĂłn filosĂłfica, o motivaciones inspiradoras para la teorĂa. SegĂşn Hegel, tambiĂ©n, el arte tiene un rol importante en el aprendizaje de lo que a veces se llaman “conceptos gruesos”, conceptos que tienen un alto contenido descriptivo como evaluativo o normativo, como coraje, crueldad, dignidad, generosidad.Â
Creo que, considerando estos ejemplos y tanto más, es difĂcil exagerar la importancia de la filosofĂa, y por quĂ© hubiera sido una pena sacarla de los colegios y, con ello, quitarle acceso a las mayorĂas trabajadoras del paĂs. La filosofĂa es relevante, y hay una continuidad entre asuntos teĂłricos y prácticos en la vida social. Es esto en lo que repara tambiĂ©n el profesor Steven Cowan cuando comenta, en la introducciĂłn a un compilado de metafĂsica y epistemologĂa, que a sus estudiantes de filosofĂa les advierte dos cosas al comenzar el curso: 1) que la filosofĂa es la asignatura más práctica que van a tomar en la universidad y 2) que no involucrarse en algo de estudio filosĂłfico en algĂşn punto de sus vidas puede ser peligroso. De acuerdo a Cowan, “estudiar filosofĂa [es algo] práctico porque los tipos de preguntas y problemas a los que se dirigen los filĂłsofos pueden tener un gran impacto en cĂłmo eliges vivir. Y no estudiar filosofĂa es peligroso porque, sea que te des cuenta o no, eres bombardeado con ideas filosĂłficas todos los dĂas, algunas de las cuales, si las aceptas, podrĂan extraviarte.” (Problems in Epistemology and Metaphysics, Bloomsbury Academic, 2020, p. 1).Â
Se puede complementar lo que dice Cowan reparando en que todos tenemos creencias filosĂłficas, y son estas creencias tambiĂ©n las que orientan lo que estamos dispuestos a hacer, cĂłmo vamos a actuar. Asociado a nuestro temperamento, vendrá un conjunto de ideas sobre quĂ© es lo permisible hacer, sobre el alma o la mente o la naturaleza humana, sobre cĂłmo hay que comportarnos entre nosotros, entre infinidades de otros asuntos. Posturas sobre la raza y el racismo, la inteligencia y el bienestar, libertad y propiedad, Ă©tica de negocios, la tecnologĂa, todas estas cosas tendrán implicancias o problemas filosĂłficos asociados, y en esto siempre se podrĂa encontrar algo iluminador respecto al mundo o nuestro lugar en Ă©l.
Bertrand Russell (1872-1970) fue un matemático y filĂłsofo, premio Nobel de Literatura y activista contra la guerra y la carrera armamentĂstica nuclear, duro crĂtico de las sociedades de su tiempo y un ávido buscador de la verdad. Al final de su artĂculo ÂżPara quĂ© sirve la filosofĂa? (parte de Los problemas de la filosofĂa), Russell concluye su defensa de la disciplina con las siguientes palabras:
“(…) la filosofĂa debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que plantea, puesto que, por lo general, ninguna respuesta precisa puede ser conocida como verdadera, sino más bien por el valor de los problemas mismos; porque estos problemas amplĂan nuestra concepciĂłn de lo posible, enriquecen nuestra imaginaciĂłn intelectual y disminuyen la seguridad dogmática que cierra el espĂritu a la investigaciĂłn; pero, ante todo, porque por la grandeza del Universo que la filosofĂa contempla, el espĂritu se hace a su vez grande, y llega a ser capaz de la uniĂłn con el Universo que constituye su supremo bien.”