Imagen: Historias desconocidas de Chile (2016) y su autor, Felipe Portales (Fuente)

Por Victor Serge

Poco se sabe de algunas oscuras historias de la derecha chilena y sus apoyos al fascismo y al nazismo (exploradas en esta primera parte), o de su colaboración con notables y feroces nazis durante una de las dictaduras más crueles de la historia americana y del mundo, con Pinochet (lo que comentaremos en la segunda parte). Estos vínculos de amistad con el extremismo fascista no solo salpican a notables medios como El Mercurio, sino que también a políticos y figuras notables del mundo conservador y “liberal” de la época, y de figuras a veces vistas como más buena onda como el ex-presidente Alessandri Palma.

Estos apoyos recibieron cobertura en el trabajo de Felipe Portales, sociólogo de la PUC, profesor en la Universidad de Chile y académico visitante en la Universidad de Columbia en su libro Historias desconocidas de Chile (Catalonia, 2016), mientras que los vínculos nazis en dictadura fueron documentados y testificados por diversas fuentes. Entre esto último destaca el espeluznante caso de Colonia Dignidad y las amistades que mantuvo con figuras de la derecha chilena hasta el final del dominio del patriarca y pederasta Paul Schäfer en la comunidad germana del sur. También son notables los casos de los destacados oficiales nazis Gerhard Mertins, Walter Rauff y la feroz torturadora Íngrid Olderöck (que motivó la creación del aclamado corto «Bestia» de 2021).

El Mercurio y otros medios de derecha

“Muy poco se sabe que en la década de 1930 la derecha chilena le dio un pleno respaldo a Hitler y Mussolini; a través de su prensa, de sus políticos e intelectuales y del propio gobierno de Arturo Alessandri Palma (1932 – 1938). Es más, los vio como un ejemplo para todo el mundo y particularmente para Chile en la lucha contra “el comunismo”.”

Así comienza el artículo de Felipe Portales, autor del libro Historias desconocidas de Chile (2016), para el blog de Cine y Literatura.cl (y que recomendamos para leer un poco más del asunto). El sociólogo y profesor repasa ahí escritos y declaraciones de notables del mundo de la derecha, incluyendo del prominente diario (ultra)derechista El Mercurio, en apasionado apoyo a Hitler y Mussolini. Así, tal cual.

Ante la violenta represión del partido y del gobierno nazi contra la izquierda, El Mercurio declaraba orgulloso en su editorial: “Alemania está dando ahora un ejemplo de virilidad al mundo con su actitud de hoy, y es de esperar que el comunismo internacional aprenda en esta coyuntura de cuánto es capaz una sociedad que sabe defenderse y que para ello no olvida ninguna de sus reservas de energía ni desprecia ningún instrumento de acción” (El Mercurio; 5-3-1933). En palabras de El Diario Ilustrado: “en Alemania ha empezado la ‘batida comunista’ con un fervor ejemplar. Se les arroja de todas partes (…) Es tiempo de imitarles” (El Diario Ilustrado; 29-3-1933).

Ambos diarios comentaron la llamada “noche de los cuchillos largos”, cuando Hitler mandó a matar a Ernst Röhm y la plana mayor de las Schutzstaffel (SS) por considerar que “izquierdizarían” su “revolución nacional”, además de a otros líderes contrarios al nazismo como el ex primer ministro Kurt von Schleicher y el líder de Acción Católica, Erich Klausener. Mientras desde El Mercurio se hablaba comprensivamente de la asesina acción, en El Diario Ilustrado se hablaba con complacencia de que las tendencias derechistas del partido nazi se habrían impuesto definitivamente.

Estos apoyos duraron harto tiempo, y es impresionante la manera en que le tiraban flores a los nazis y fascistas. Aquí una de estas espectaculares lamidas de botas:

“Una perfecta unidad que electriza a todos los alemanes sin distinción alguna; una mística del trabajo y del dinamismo que hace a todos ellos arrostrar cualquier sacrificio con tal de que se emplee en provecho general; un amor ardiente al suelo natal, a sus tradiciones y glorias, y un deseo ferviente de mostrar objetivamente al mundo la potencia industrial, económica, técnica, científica y artística de Alemania; tales son los sentimientos que unen en estas horas a todos los alemanes. Bastaría contrastarlos con el apocamiento psicológico de que fue víctima por años este pueblo digno de los mejores destinos, a raíz de la guerra europea de 1914-18, para darse cuenta de la amplitud de la transformación sufrida” (El Mercurio; 1-5-1938).

Incluso, justificando el brutal imperialismo de estas potencias en manos de gobiernos fascistas, con El Diario Ilustrado exaltando “el afianzamiento de la unidad nacional (italiana) y la creación del imperio después de la victoriosa guerra en el Africa Central. Los inmensos beneficios que de ellos se han derivado para Italia, conduciéndola, en primer término, a ocupar una posición de primera línea entre las grandes potencias, cuya influencia se hace sentir más hondamente en los movimientos políticos, culturales y económicos del mundo entero, constituyen motivo de legítimo orgullo para los italianos” (El Diario Ilustrado; 11-11-1938).

Conservadores y liberales

Entre políticos e intelectuales conservadores y liberales también se llegó a apreciar una fuerte admiración por los movimientos del nazismo y del fascismo italiano. Entre ellos Portales destaca a Pedro Lira Urquieta y a Alberto Mackenna Subercaseaux con sus entusiastas declaraciones de apoyo y admiración a Hitler y Mussolini. Pero lo que probablemente más destaca es el apoyo del mismo gobierno de Arturo Alessandri Palma a los gobiernos fascistas europeos. Felipe Portales escribe:

“Incluso el propio gobierno de Alessandri, que contó con el apoyo permanente y entusiasta de liberales y conservadores, manifestó claras simpatías hacia el nazismo. Así, permitió que el cónsul chileno en Berlín, Miguel Cruchaga Ossa (sobrino del canciller Miguel Cruchaga Tocornal), lanzara simultáneamente en Santiago y Berlín, en 1933, el libro apologético del nazismo titulado El Tercer Reich (Impr. Talleres San Vicente, Santiago), en donde se llegó incluso a alabar la tristemente célebre incautación y quema de libros.”

No conforme con eso, el gobierno mismo hizo varios gestos y tomó varias acciones en apoyo al fascismo y al nazismo. No solo el ex presidente Alessandri se reunió con Mussolini y le dió su apoyo, sino que también hizo un homenaje a Hitler con el Orfeón de Carabineros, prohibió una ceremonia de entrega de libros censurados por los nazis a la Biblioteca Nacional y censuró las críticas a Hitler (Boletín de Sesiones de la Cámara de Diputados; 27-9-1938). Una cosa piola.

Gracias a ese gobierno también Chile defendió a los nazis ante la Liga de las Naciones, donde nuestro país resultó junto a Dinamarca el país que más se resistió a condenar a Hitler y sus criminales políticas. Incluso, el gobierno nazi condecoró a dos cancilleres chilenos.

El gobierno de Alessandri también le hizo la segunda a Mussolini, oponiéndose a las sanciones que la Sociedad de las Naciones intentó imponerle a Italia por su guerra de anexión de Etiopía y así dándole un respaldo abierto y duro al imperialismo fascista italiano. Este apoyo fue especialmente agradecido por Mussolini al ex presidente Alessandri en su visita al cruel dictador. Como culminación de todo esto, Chile se retiró en 1938 de la Sociedad de las Naciones en claro apoyo al extremismo fascista europeo. 

Continúa en la segunda parte.