La ultraderecha siempre ha sabido que estimular los miedos de las personas les permite mantener el poder que han ostentado históricamente. Conceptos como colaboración, empatÃa y compasión alejan a sus potenciales electores de sus posturas. Gracias a una abundante financiación y al control de los medios de comunicación, han encontrado la manera de explotar este recurso. AsÃ, el odio, la desconfianza, el rechazo y el egoÃsmo se convierten en herramientas para hacer polÃtica. Y entran fácilmente explotando el miedo que todos tenemos.
Los canales de televisión, tanto a nivel mundial como en Chile, saben que el morbo por el delito capta la atención del público y eleva los Ãndices de audiencia. Carlos Pinto, con su neblina artificial, descubrió que la sordidez era un negocio rentable y creó Mea Culpa, con escalofriantes historias de crÃmenes y delincuentes. Luego vinieron otros, como el «TÃo Emilio», que gastó millones en programas para denunciar mecheros, carteristas y ladrones de espejos de autos, pero guardó un respetuoso silencio frente a los grandes casos de corrupción de la élite. Se dice que más de una vez investigó a delincuentes poderosos, reportajes que nunca salieron al aire. El negocio era investigar y callar.
Chilevisión lidera los matinales mostrando historias de motochorros que indignan e informando sobre portonazos que aterrorizan. Es obvio: todos odiamos a estos delincuentes porque nos atemorizan. ¿Quién no se ha imaginado que un delito asà podrÃa afectar a su hija, a su esposa o a su auto? Da escalofrÃos. Pero no se trata de ignorar estos crÃmenes, sino de comprender el mensaje de fondo. Como resultado de esta estrategia mediática, una gran parte de los chilenos cree que la causa de sus miserias son los toldos azules, el carterista, el ladrón de celulares o el motochorro. No ven a Hermosilla y la corrupción, ni los manotazos del Santo del Lago, , ni los millonarios desfalcos de la derecha en cargos públicos, ni a los polÃticos de derecha que, durante décadas, han defendido más a sus socios y amigos que a sus electores.

Al final de cuentas, es el miedo el que permite a la derecha mantener las cuotas de poder necesarias para impedir que en Chile algo importante cambie. Y el terror funciona.
Hace unos dÃas viajé al sur de Chile por razones profesionales y tuve la oportunidad de interactuar con trabajadores del sector forestal. Un supervisor me contaba lo bien que le iba: habÃa logrado comprarse una camioneta nueva y estaba construyendo su casa. En algún momento le pregunté cómo veÃa la situación en su ciudad. Me miró y me dijo que todo estaba mal: la inmigración, la delincuencia, la mala gestión del gobierno, que el paÃs iba al desastre con Boric porque ya nadie querÃa invertir…
Le señalé que me resultaba curioso lo que decÃa, pues acababa de contarme lo bien que le iba. Le pregunté si habÃa tenido algún problema con inmigrantes. Me respondió: «Bueno, a mà nada, pero vea la televisión». Luego le pregunté por qué aseguraba que nadie querÃa invertir, y le mostré cifras que demuestran que la inversión en este gobierno ha superado con creces la inversión histórica. Me comentó que sigue a Johannes Kaiser y que, según él, Chile va directo a la pobreza debido al robo de las fundaciones. «Qué extraño», le respondÃ, «porque las cifras muestran que los que más han robado en las fundaciones son de derecha, y hasta hay un diputado preso».
Finalmente, me dijo: «A mà no me interesa la polÃtica, los polÃticos son todos ladrones, de derecha y de izquierda». Entonces le pregunté: «¿Su hija estudia con gratuidad en la universidad?». «Claro», me contestó, «con el favor de Dios». ¡Plop!
Este tipo de situaciones deben repetirse miles de veces en Chile. Está claro que educar a la población requiere recursos que solo el Estado posee, pero también está claro que maleducar a la gente requiere muchos recursos, los cuales solo la derecha tiene.
Es un problema difÃcil de enfrentar para la izquierda en Chile. Nosotros hacemos un enorme esfuerzo personal para hacer polÃtica con recursos mÃnimos. Pero lo compensamos con talento, humor y perseverancia. Asà es el trabajo de este colectivo, Frente Cacerola, compuesto en su mayorÃa por ingenieros y otros profesionales que no han abandonado el sueño de construir un paÃs decente para todos.
No aflojaremos. Esperamos que en 2025 podamos contar con el apoyo de nuestros seguidores para ampliar el alcance de nuestro trabajo.