Publicamos esta carta a los 50 años del golpe. Es un mensaje enviado por la Payita (Miria Contreras) a Tati (Beatriz) Allende, la segunda hija del presidente Salvador Allende, a pocas semanas de consumado el golpe. Es un relato que expresa la mayor tragedia polĂtica chilena en toda su intensidad.
Carta de Payita a Tati Allende
Querida Tati:
Han pasado ya dos meses desde aquel terrorĂfico dĂa, pero para mĂ han sido como años. No sĂ© si estĂ¡s enterada de la muerte de mi hijo Enrique. A Ă©l junto con Bruno y los otros compañeros del GAP que venĂan conmigo desde Cañaveral a La Moneda me los tomaron prisioneros en la Intendencia, y a pesar de todos los esfuerzos que hicimos para que los libertaran, fue imposible, pues ya en esos momentos Mendoza se habĂa apropiado de la radio y tomaba el mando de Carabineros. TodavĂa no me explico cĂ³mo fue que me dejaron correr hacia el garage para llamar pidiendo ayuda.
Cuando corrĂ a la puerta de calle Moneda venĂa llegando el edecĂ¡n Grez, a quien le pedĂ que me acompañara a la Intendencia, pero no quiso hacerlo (Hoy estĂ¡ de edecĂ¡n de Merino). Tampoco pudo hacer nada el general SepĂºlveda y tu padre le pidiĂ³ al Gral. Urrutia que fuera personalmente a tratar de sacarlos, pero fue imposible. DĂas despuĂ©s supe que desde ahĂ los habĂan trasladado al garage del subterrĂ¡neo de la Plaza de la ConstituciĂ³n para trasladarlos despuĂ©s al Estadio Chile. En una de las casas en que me alojaron durante el primer mes, supe por uno de los vecinos, un mĂ©dico que tambiĂ©n estuvo detenido allĂ -el pobre estaba bastante mal, casi trastornado por todo lo que le habĂa tocado ver allĂ-, que las torturas y brutalidades que le hicieron a un grupo del GAP ahĂ presente eran algo horrendo. Isabel me escribiĂ³ contĂ¡ndome que Enriquito habĂa muerto peleando (tenĂa 3 balazos), pues algunos habĂan podido arrancarse de la Intendencia. OjalĂ¡ que asĂ haya sido, pero casi estoy cierta de que lo mataron en el Estadio junto con los demĂ¡s. A Max yo lo habĂa dejado en TomĂ¡s Moro para que ayudara en la defensa allĂ. Menos mal que RubĂ©n lo vio cuando ya todos se iban y lo alcanzĂ³ a sacar.
Algunos amigos lo estuvieron escondiendo durante mĂ¡s de un mes, hasta que un tĂo lo metiĂ³ a la Embajada Francesa, donde estĂ¡ esperando el salvoconducto para salir. Yo creĂ que eso resultarĂa luego, pero parece que han puesto muchos inconvenientes. Isabel no quiere de ninguna manera irse, dice que su obligaciĂ³n es quedarse aquĂ. Les han allanado el departamento varias veces y les robaron todo. HacĂan grandes bultos y les ponĂan el tĂtulo de «Allende», para explicar a los vecinos que eran armas que sacaban de allĂ. Esto lo supe tambiĂ©n por una de las personas que me alojĂ³ y que tenĂa unos amigos en el mismo edificio. No alcanzaron a salvar casi nada, apenas la guagua. A Enrique padre lo llevaron al Estadio Nacional y despuĂ©s lo trasladaron a la CĂ¡rcel pĂºblica. Le quitaron todo, hasta la camioneta. La acusaciĂ³n peor es por el taller de Las Cañas, donde encontraron el tĂºnel con todos sus accesorios. Nosotros no hicimos nunca ningĂºn recibo de arriendo. Si yo supiera a ciencia cierta que entregĂ¡ndome lo dejarĂan en libertad y lo mismo con mis hijos, pero con ellos es imposible esperar una cosa asĂ, pues lo Ăºnico que quieren es exterminarnos a todos. A mĂ me quieren para poder inventar las historias mĂ¡s extravagantes; estĂ¡n convencidos que sĂ© donde estĂ¡n o que tengo millones de dĂ³lares que, segĂºn ellos, robĂ³ la UP.
Esta semana salieron como 600 detenidos del Estadio Nacional y fueron trasladados a la Oficina Salitrera Chacabuco (110 kilĂ³metros al interior de Antofagasta). Entre ellos iba Manuel Cabieses; otros han sido llevados a Pisagua y a la Isla Quiriquina, y otros serĂ¡n llevados a la isla Santa MarĂa. En Iquique fusilaron a tu amigo Freddy Taberna. Arnoldo CamĂº muriĂ³ en una balacera con los tiras en la calle. Cada dĂa aparece una lista en los diarios de 5 a 10 extremistas a quienes se les aplicĂ³ la ley de la fuga. Los allanamientos han sido monstruosos, especialmente porque el objetivo que persiguen es amedrentar a la gente para que no nos ayude. Gente buenĂsima con deseos de cooperar, no pegaban ni un pestañeo durante las noches en que se me ocurrĂa llegar cerca del toque de queda (para que no me fueran a dejar en la calle). Lo peor era que tampoco me dejaban dormir a mĂ. A la gente que me alojĂ³, salvo a tres, no los habĂa visto nunca en mi vida, pero la persona que me conectĂ³ era masĂ³n, de la misma logia de tu padre, y por cariño y respeto a Ă©l se hizo cargo de mĂ llevĂ¡ndome todas las noches a un lugar distinto para que no me ubicaran. Al fin, cuando ya no tenĂamos donde hacerlo, empezĂ³ a tratar de conseguirme una embajada. Menos mal que Isabel pudo hacer el contacto, de modo que ya debes imaginarte dĂ³nde estoy. La idea es que nadie me ubique, asĂ que no me dejan ni asomar la nariz. AcuĂ©rdate lo que sufrĂa con el toque de queda, imagĂnate como serĂ¡ esto. No sĂ© cuĂ¡ntos meses durarĂ¡. Dile a la Chica que he estado varias veces con Eugenio y que hemos compartido dormitorio. Tratamos de acompañarnos y consolarnos mutuamente. Les echa mucho de menos, pero estĂ¡ tranquilo de saberlos bien. Mitzi se asilĂ³. Estaba muy metida, pues no sĂ³lo tenĂa su JAP, de modo que los comunistas la escondieron, pero la allanaron varias veces. AdemĂ¡s, la muerte de Enriquito terminĂ³ con su resistencia. TĂº sabes que querĂa a mis hijos igual como a los propios. OjalĂ¡ si puede salir la ayudes y le busques la forma de que pueda seguir ayudando desde fuera o alguna forma de volver. No olvides que de todas nosotras, las hermanas, ella es la mejor.
Toda esta explicaciĂ³n como prĂ³logo es para que conozcas mi estado de Ă¡nimo. Trato de seguir adelante y sacar fuerzas de mi flaqueza. Es difĂcil, pero lo conseguirĂ©. El sĂ¡bado de tu cumpleaños, tu padre se reuniĂ³ al almuerzo con el Gral. Prats y Flores hasta las 8 PM. y me hizo citar para el domingo a las 10:30 al PC, y a las 12 del dĂa a Pinochet y a Urbina (me hizo pedirles que 2 fueran de civil) en TomĂ¡s Moro. La noche del sĂ¡bado hizo ir a BartulĂn a buscar un documento a casa de Adonis SepĂºlveda con el resultado de las reuniones que desde el jueves tenĂa la U.P. con el objeto de votar por;
- Acuerdo con la DC (PublicaciĂ³n Proyecto Hamilton de inmediato)
- Plebiscito
- Un Gobierno de Seguridad y Defensa Nacional.
En caso de no ponerse de acuerdo de inmediato en cuĂ¡l de estas lĂneas seguir, el Presidente solicitĂ³ que le dejasen a Ă©l decidir. En la carta de Adonis Ă©l explicaba a tu padre que despuĂ©s de varias reuniones no habĂan llegado a ningĂºn acuerdo entre los Partidos y que tampoco estaban de acuerdo en que el Presidente decidiera.
El lunes 10, a mediodĂa, el PC me entregĂ³ una carta (segĂºn supe por VĂctor se trataba de una soluciĂ³n respecto al punto plebiscito, para, en vez de ello, acortar el plazo presidencial a 4 años) traĂda por Rodrigo Rojas, quien me hizo el comentario de que ahĂ estaba la soluciĂ³n a todos nuestros problemas y que se la entregara de inmediato a tu padre. No supe si lo habĂa aceptado o no, pero cuando se retirĂ³ de La Moneda cerca de las 10 P.M. iba tranquilo y de buen humor y tenĂa citados en T. Moro al Perro y a GarcĂ©s, pues pensaba hacer una intervenciĂ³n al dĂa siguiente. Poco despuĂ©s de que Ă©l se habĂa retirado me llamĂ³ Ariel Fontana para explicarme que habĂa proyecto para esa noche de un gran atentado y que necesitaba hablar con el Presidente. Como se encontraban allĂ Joignant, MĂ¡ximo y el Coco, lo hice venir a La Moneda, aunque despuĂ©s tuvieron que ir a verlo a T. Moro, pues necesitaban su consentimiento para partir de inmediato fuera de Santiago, ya que se trataba de la voladura del puente de FFCC que traslada el mineral de El Teniente. Estaban allĂ conmigo VĂctor, Jorquera, Uranga y Maxito. Nos ofrecimos para quedarnos en espera de noticias suyas. Como a las 12 empezaron las llamadas por telĂ©fono avisando que habĂan movilizaciones de tropas desde Los Andes. LlamĂ© a Flores a su casa para que Ă©l me confirmara antes de avisarle a tu padre. Le pedĂ que llamara a Pinochet si era necesario. Me dijo que iba a llamar a otras personas y que yo llamara al subsecretario de Guerra, Valenzuela, ya que lo conocĂa. Estaba durmiendo, pero le expliquĂ© lo que pasaba y le pedĂ que averiguara. Me llamĂ³ una media hora despuĂ©s comunicando que habĂa hablado con el Coronel IbĂ¡Ă±ez (el que estuvo en Rancagua), quien estaba de turno en el Estado Mayor, confirmando que era cierto, pero que no se trataba del Regimiento entero, sino solamente de dos compañĂas que venĂan a reforzar la guarniciĂ³n de Santiago, porque ese dĂa (martes 11) serĂa un dĂa «crudo». Al preguntĂ¡rsele quĂ© significaba la palabra «crudo», explicĂ³ que ese dĂa se sabrĂa sobre la acusaciĂ³n de Altamirano y GarretĂ³n y los trabajadores podĂan tratar de tomarse caminos, fĂ¡bricas. LlamĂ© por citĂ³fono de inmediato al Presidente, agregĂ¡ndole ademĂ¡s la noticia de la orden de acuartelamiento general hasta las 6 A.M. El Presidente solicitĂ³ el nĂºmero telefĂ³nico del Gral. Brady y hablĂ³ personalmente con Ă©l, quien le dio toda clase de seguridad. Tu padre volviĂ³ a llamarnos por citĂ³fono y nos dio la orden de irnos a descansar, quedando Uranga en La Moneda para recibir noticias de Ariel. Eran las 2:30 de la madrugada del martes. A las 5 me avisĂ³ por telĂ©fono Uranga que la operaciĂ³n de los terroristas P y L. habĂan sido postergada (evidente su contacto con las FFAA., ya que el golpe serĂa ese mismo dĂa). A las 7:45 nos avisaron desde T. Moro que la Marina se habĂa sublevado, que el Presidente partĂa a La Moneda. Yo tratĂ© de hablar por telĂ©fono a tu casa para pedirle a Luis que no te dejara ir a La Moneda, pues tu padre asĂ me lo habĂa pedido. Lo mismo tu madre y tus hermanas. No querĂa sacrificarlas y esto fue lo Ăºnico que siempre me pidiĂ³. Pero no pude comunicarme ni tampoco con VĂctor, en quien pensĂ© para que les avisara y los ayudara. Por supuesto, ese dĂa tuvimos que bajar como sardinas en el auto y en la renoleta. Menos mal que tambiĂ©n estaba la camioneta, pero se quedaron arriba sin movilizaciĂ³n muchos compañeros. Mi apuro era llegar, segĂºn las Ă³rdenes, primero a TomĂ¡s M., para despuĂ©s llevar ayuda a La Moneda. Tu padre habĂa partido ya a La Moneda y estaba Mariano a cargo de T.M. HabĂa orden de quedarse allĂ, pero yo les roguĂ© que me dejaran llevar a Bruno y a un grupo para ir a ayudar. Partimos con bastante suerte, pues a la salida de allĂ nos encontramos un motorista Carabinero quien nos escoltĂ³ hasta Ahumada con Moneda y, al llegar a la esquina de la Intendencia, empezĂ³ lo espantoso que ya te contĂ©. De la gente que allĂ habĂa, tĂº conoces los nombres. DespuĂ©s de Uds. se fue el resto de la Guardia de Palacio, a quien tu padre les obligĂ³ a dejar mĂ¡scaras, cascos y por supuesto sus armas. De allĂ el gran «arsenal» que encontraron. Fuimos quedando pocos. DespuĂ©s se fueron los dos TohĂ¡ con Briones a entregarse al Ministerio (el Ăºnico que goza de libertad en estos momentos es Briones.)
QuĂ© gran general era tu padre. Si hubieses oĂdo cĂ³mo daba las Ă³rdenes y con que tranquilidad y valentĂa hacĂa frente a los acontecimientos. Todos estĂ¡bamos admirados. Él dirigiĂ³ toda la operaciĂ³n bazooka y cuando le volĂ³ la parte superior al tanque fue su mejor momento. DespuĂ©s del bombardeo aĂ©reo, el Perrito se suicidĂ³. LlamĂ³ por telĂ©fono a T. Moro para saber de tu madre y de ustedes. Ese fue el Ăºnico momento que vi en su cara una muestra de dolor, cuando le contestaron que tambiĂ©n habĂa sido bombardeado. No sĂ© quien serĂa el que contestĂ³. DespuĂ©s se fue al 2do piso y desde la oficina nuestra y de Jorquera descargĂ³ su metralleta hasta que le dio puntada. Nosotros, con MĂ¡ximo y BartulĂn, tratĂ¡bamos de sacarlo de allĂ, pues la balacera era espantosa y lo Ăºnico que querĂamos era conservarlo. CorrĂ todo el tiempo detrĂ¡s de Ă©l. Cuando ustedes salieron y no llegaba el jeep a buscarlas, tu padre volviĂ³ a llamar a Badiola diciĂ©ndole que a causa de la enorme balacera que habĂa afuera ustedes podĂan ser heridas y que se pusiera los pantalones aunque fuera una vez en su vida y lo apurara. Al terminar la conversaciĂ³n con Ă©l, tu papĂ¡ volviĂ³ a tomar el citĂ³fono para llamar a T.M., pero habĂa quedado interceptado con el del Estado Mayor y oĂmos claramente a Baeza diciendo: «tenemos que matarlos como hormigas, que no quede ni rastro de ninguno de ellos, en especial de Allende». Al salir al Patio de Invierno tu padre les pidiĂ³ a los generales de Carabineros que se retiraran, lo mismo que a la Escolta de Carabineros y de Investigaciones. Mientras esperĂ¡bamos el bombardeo aĂ©reo seguĂan los tanques disparando, el ruido era espantoso. Tu padre no creyĂ³ nunca que se atreverĂan a bombardear La Moneda. Estaba convencido de que por mucho odio que existiera, las Fuerzas Armadas no se atreverĂan a tocarla y destruirla, por el sĂmbolo que ello significaba. Flores le solicitĂ³ que lo dejara ir a parlamentar con los milicos, junto con Vergara y Puccio. Tu padre les contestĂ³ que fueran sin darle mayor importancia, creyendo, yo pienso, que asĂ podĂa salvarse Osvaldo. Trataron de salir, pero no pudieron. Entonces volviĂ³ Daniel V. y le pidiĂ³ a tu padre que le dijera claramente quĂ© les iban a proponer ellos a los militares, si no Ă©l no salĂa de allĂ. Tu padre les pidiĂ³ que le trajeran por escrito una serie de condiciones que Ă©l les enumerĂ³: seguridad para la continuidad de los Sindicatos de los Trabajadores, ninguna represiĂ³n contra la izquierda, completo respeto a todas las conquistas de los Trabajadores, etc. Les ratificĂ³ que se lo trajeran por escrito y aceptado por las FFAA, pero que ellos no fueran a firmar nada, pues Ă©l debĂa revisarlo. Este grupo ya no volviĂ³ mĂ¡s.
Como el incendio seguĂa avanzando e iba a seguir el bombardeo aĂ©reo, tu padre pensĂ³ pedir 5 minutos mĂ¡s de tregua con el fin de ver la posibilidad de cruzar al garage y pasar al Min. Obras PĂºblicas, pues desde allĂ habĂa mĂ¡s visibilidad para seguir peleando. Coco y J. Barrios le dijeron que Ă©l ya no podĂa seguir pidiendo minutos de tregua, pero Ă©l, riĂ©ndose, les dijo que sabĂa lo que hacĂa, pues en 5 minutos podĂan pasar muchas cosas. Esto no se hizo, pues disparaban por todos lados y era muy peligroso. DespuĂ©s nos fuimos al comedor y allĂ, de guata en el suelo, tratamos de comunicarnos con los compañeros que estaban al frente y mirar hacia el Min. de Defensa, pero empezaron a largarnos bombas que nos obligaron a salir de allĂ y buscar las mĂ¡scaras. Recuerdo las caras de asfixia de Cacho, de Juan Seoane (Ă©ste se quedĂ³ con 6 compañeros mĂ¡s hasta el final). Nos pasĂ¡bamos las mĂ¡scaras unos a los otros. Recuerdo que en esos instantes los mĂ©dicos trajeron a la enfermera totalmente asfixiada y tu padre se sacĂ³ su mĂ¡scara de inmediato para que se recobrara. Juan Seoane contestĂ³ el Ăºltimo citĂ³fono del Estado Mayor, donde avisaban que seguirĂa el bombardeo, para que antes de que entraran las tropas nos rindiĂ©ramos. Tu padre nos reuniĂ³ a todos en el pasillo al lado del salĂ³n Toesca en los mismos momentos en que subĂa Cacho avisando que ya estaban las tropas en la puerta de MorandĂ©, y nos dijo que antes de rendirnos querĂa que juntos le rindiĂ©ramos homenaje a Augusto Olivares, primer mĂ¡rtir de la revoluciĂ³n. Cacho partiĂ³ adelante con un trapo blanco, pero en la mitad de la escalera lo vi arrojarlo al suelo con furia no sĂ© quĂ© le gritaron desde abajo en esos instantes.
Yo volvĂ al pasillo donde habĂa quedado tu padre y sentĂ los disparos de metralleta que venĂan desde el living, hacia donde corrĂ. AllĂ estaba MĂ¡ximo, quien me hizo salir y me llevĂ³ escaleras abajo hacia la salida. Yo creo que Ă©l volviĂ³ a pesar de que ya todo habĂa terminado, pero en la puerta nos dieron tantos culatazos (en esos momentos cuando me registraban no recuerdo haber visto ningĂºn oficial; creo que el general Palacios entrĂ³ mucho despuĂ©s).
En la calle nos hicieron ponernos contra la pared, manos en la nuca; pensĂ© que allĂ nos fusilarĂan a todos. Recuerdo haber estado al lado de Enrique Huerta, quien no podĂa dominarse y sollozaba como un niño por la muerte de tu padre. Nos volvieron a revisar enteros. Coco, en esos momentos, me daba Ă¡nimos para que los dejara hacer, pues ya le parecĂa que me iban a meter una bala. En esos momentos empezaron de nuevo los aviones con sus metralletas, por lo que los milicos nos hicieron poner de cara al suelo en medio de la calle. Como los compañeros trataban de protegerme con sus cuerpos, un cabo que estaba a cargo nuestro se condoliĂ³ y me hizo ponerme pegada a la muralla tendida en el suelo. Con cada descarga de los aviones pensaba que habĂa llegado nuestro Ăºltimo segundo. En un momento que se descuidaron levantĂ© la cabeza y vi la Intendencia envuelta en llamas.
CĂ³mo explicarte mi angustia de esos momentos; pensaba que allĂ podĂan estar encerrados Enriquito, Bruno y compañeros. De repente siento que me tocan con un zapato y me dicen: Paya, ¿quĂ© estĂ¡s haciendo aquĂ? Miro y veo a Jaime P. En esos momentos venĂa llegando una ambulancia que venĂa a buscar unos heridos. Me dijo que me hiciera la muerta y pidiĂ³ al enfermero que me llevara. En eso se acercĂ³ un milico y preguntĂ³ quĂ© tenĂa, pero ya me habĂan metido dentro como un saco de papas. PensĂ© salirme antes de llegar, pero era tal la balacera que estos se fueron como rediablos y casi no me di cuenta cuĂ¡ndo llegamos. AllĂ tuve la suerte de encontrar los pocos mĂ©dicos de izquierda juntos quienes me ayudaron y me prestaron ropa y me llevaron a un lugar donde estuve hasta el tercer dĂa. Supe de algunos de los compañeros que quedaron allĂ que parece que pudieron escapar, como Cacho, el Dr. Ruiz, BartulĂn: Ă©ste Ăºltimo creĂamos que estaba escondido, pero acabo de saber que hace pocos dĂas lo pescaron y lo metieron al Estadio. Parece que ha sido bastante duro y lo ha pasado muy mal; en la historia que han publicado del GAP lo ponen a Ă©l como mĂ©dico jefe y muy adicto a tu padre. Yo habĂa hablado con gente para que lo ayudara, lo mismo que a VĂctor, pero no habĂa podido tener noticias de ellos.
Hoy me avisĂ³ Eugenio que parece que Ă©ste Ăºltimo estĂ¡ seguro. Apenas sepa te avisarĂ©. El encargo que le hicimos a las compañeras ese dĂa, no pudo llegar, pues las asustaron con que estaban tambiĂ©n bombardeando allĂ. Yo quedĂ© prĂ¡cticamente pilucha, pues la blusa y el pantalĂ³n con que salĂ de La Moneda quedaron totalmente rotos. Isabel no es mucho lo que pudo salvar tampoco. Estoy tratando de sacar algĂºn provecho, pues afuera los compañeros necesitan mucho dinero para empezar a prepararse. Algo hemos conseguido, pero la gente estĂ¡ redura y cuesta. Uds. ya deben saber que los precios se fueron a las nubes y, por supuesto, con ello se acabaron las colas, pues nadie puede comprar.
Arsenio y Enrique Paris estĂ¡n muertos. Jaime Barrios estaba al principio en el Estadio, pero despuĂ©s no se encontrĂ³ mĂ¡s y se cree lo peor. Hay tantos compañeros que no hemos podido ubicar. De Klein y Claudio Jimeno tampoco hemos podido averiguar. Tantos muertos y tantos presos. Hoy las noticias sĂ³lo hablan del atentado frustrado al Regimiento Tucapel de Temuco por mĂ¡s o menos 15 compañeros, de los que 7 resultaron muertos, 2 presos y al resto los busca todo el ejĂ©rcito.- La Kika Zanzi estĂ¡ presa en un estancia en las afueras de Punta Arenas y Carlos con un ataque al corazĂ³n. No sabemos nada de ellos. Los helicĂ³pteros siguen volando sobre nosotros. Tu madre tiene locos a la Junta y fascistas en general con sus giras mundiales en busca de solidaridad. No hay dĂa que no salga una foto y un artĂculo respecto a ella. Para quĂ© te cuento lo que le inventan, pero la verdad es que los saca de quicio. Vayan para ella nuestros mĂ¡s sinceros agradecimientos y felicitaciones por su trabajo, lo mismo para ustedes todos. ImagĂnate que los Tribunales Militares empezarĂ¡n a funcionar en el edificio nuevo del ClarĂn, lo expropiaron; no sĂ© que hicieron con toda la maquinaria nueva que VĂctor habĂa allĂ instalado y lo ridĂculo es que la construcciĂ³n del edificio ademĂ¡s estaba especial para ello. No quieren aprovechar nada de lo hecho por tu padre. Bueno, vienen a buscar la carta. Montones de cariños para todos. Dile a Luis que nos avise del nacimiento del niño.
fuente: Diario la Jornada de MĂ©xico
https://www.jornada.com.mx/notas/2023/07/03/mundo/50-anos-carta-inedita-de-payita-a-tati-allende-a-las-semanas-de-consumado-el-golpe/