Hueles a princesa… pero depende del siglo de la princesa.
¿Como olía Julieta? ¿O un beso de Romeo que no conocia la pasta dental ni el desodorante ni el papel higiénico?
No todo era encaje y bonitos vestidos. A la mera mención de la Edad Media, a la imaginación comienzan inmediatamente a aparecer hermosas mujeres en trajes de lujo con sus nobles caballeros en los deliciosos banquetes y bailes de palacio, algunos incluso suspiran preguntándose por qué no nacieron en aquellos maravillosos momentos.
En el mundo antiguo, el aseo constituía casi un culto, se tienen referencias de que en los tiempos de la Roma antigua, había bastantes baños públicos. Pero con el advenimiento del cristianismo, todos los baños fueron cerrados inmediatamente por los «justos», motivados por el hecho de que el desnudo era pecado y la leña en esos momento era cara.

¿Bañarse? ¿Qué es eso?
Era muy poco común bañarse en esos tiempos. Las personas podían pasar meses o años sin hacerlo. Había baños públicos, pero como era demasiado costoso por calentar el agua, a menudo familias enteras compartían la misma agua. Eso era para las familias nobles, los pobres lo hacían en las aguas del río, estuviera el agua fría o no. Aun así, no era una práctica cotidiana. Para disimular los olores utilizaban esencias (los más ricos) y flores (los pobres).
Retretes y letrinas
Un problema bastante apestoso. Poder hacer las necesidades en la época medieval resultaría insoportable para una persona moderna. Primero, los nobles contaban con pequeñas letrinas apostadas en las paredes de los castillos, el retrete tenía un agujero que daba directamente al vacío, así los excrementos caían o quedaban embarrados en la pared del castillo. Para los pobres estaban las siempre confiables bacinicas que uno llenaba cuando lo necesitara y vaciaba en la calle gritando «agua va» para alertar a cualquiera que fuera pasando por la calle y no terminase bañado con excrementos. Por cierto, esta práctica duró varios siglos. También algunos hogares desarrollaron fosas sépticas para «guardar» los desperdicios. Como no eran limpiados tan a menudo, el olor era insoportable.
Trapitos sucios
La ropa era lavada con lejía hecha con cenizas y orina. También muchas personas no cambiaban de ropa durante meses, como el rey Jaime VI de Escocia. Como no se cambiaba la ropa era muy común que estuviera plagada de piojos y liendres. Los nobles también las tenían y a veces se rapaban la cabeza para eliminar a estos bichos, solo que estos también habitaban las pelucas que se ponían.
¿Y el dentista?
Para sorpresa de muchos, en la Edad Media tenían gran cuidado de los dientes, los limpiaban con trozos de tela y con cenizas de romero. Tomaban estas medidas ya que si algún diente se pudría tendría que ser extraído y eso era bastante doloroso, pues no había anestésicos. Además, no existían las dentaduras, por lo que se vería afectada la imagen de las personas.

En la época medieval, los suelos eran de paja y para disimular los olores mezclaban en ella flores de aroma dulce como la lavanda, pétalos de rosa, manzanilla y margaritas. Las camas eran víctimas de todo tipo de bicho, incluso las aves llegaban a defecar en ellas. Para esto se construyeron camas con cuatro postes y un pequeño techo y con tela se logró aislar de estos animales.

Hay historias impactantes sobre el famoso Luis XIV. El Rey «Sol» se bañó sólo un par de veces en su vida, y eso, sólo ante la insistencia de los médicos. Este procedimiento era tan desagradable para el monarca, que no quería tener nada que ver con el agua.

¡La falta de baños no molestaba absolutamente a nadie! Incluso en Versalles no había ni una sola letrina: Había largos pasillos cubiertos por unas cortinas pesadas detrás de las cuales todos podían defecar, incluso hoy en día se puede sentir el olor fétido en algunas áreas del palacio. Fue entonces cuando los perfumes adquirieron mayor popularidad, diseñados de una manera muy potente y duradera para lograr apagar el hedor de los cuerpos
humanos.