Imagen: HBO

¿Cómo sería si, en lugar del típico apocalipsis zombie, un hongo real como el Ophiocordyceps (capaz de apoderarse y controlar la “mente” de los insectos que contamina) mutara y fuera capaz de sobrevivir en el cuerpo humano, reproducirse en él y transformarnos en criaturas violentas y brutales? Seres horrendos que pueden correr y perseguirte hasta infectarte y hacerte uno de ellos (la clásica). Bueno, obvio que estaría fome, y por suerte se parece solo al argumento de una novela, película o videojuego.

Y en efecto, es la historia que mueve a esta serie basada en uno de los videojuegos más populares de los últimos años (tanto por su jugabilidad como por sus historias). Nos referimos a The Last of Us, que se traduciría literalmente como Los últimos de nosotros. Tuvimos el placer, este año, de ver a Pedro Pascal en esta adaptación con un resultado que resultó similarmente popular y satisfactorio. Se confirmó, incluso, hace un par de meses que habrá segunda temporada para 2024-25. La serie está cercanamente basada en la saga de juegos. Fue adaptada por su creador, Nick Druckmann con la colaboración del creador de la serie Chernobyl, Craig Mazin. 

El popular actor hijo de exiliados chilenos personifica a Joel, un trabajador del rubro de la construcción que intenta sobrevivir en lo que queda de una civilización en ruinas. Antes de que aconteciera lo peor, la posibilidad de un colapso similar motivado por la evolución de hongos como el cordyceps se barajaba por parte de algunos investigadores (lo que aparece en una de las escenas, en una entrevista de televisión). No del todo distinto a la manera en que nuestros científicos anticiparon el peligro de las infecciones por “Covid” años antes de ese fatídico 2019-2020.

Joel se encuentra viviendo en la zona de cuarentena de Boston haciendo precarios trabajos de mantenimiento y con un pie en el mercado negro intercambiando por suministros. Intentando buscar la manera de salir de la ciudad y emprender un viaje junto a su compañera Tess (Anna Torv), se ve en situación de intercambiar favores con una militante del grupo rebelde de las llamadas Luciérnagas (Fireflies). A cambio de la promesa de suministros esenciales para viajar, aceptan escoltar a una niña de 14 años llamada Ellie (Bella Ramsey) y llevarla a otros miembros de la resistencia. El objetivo: colaborar con la cura de la infección que tiene a la humanidad viviendo entre la miseria y el caos. 

Las Luciérnagas combaten al nuevo gobierno autoritario/fascista que ahora intenta desesperadamente mantener el orden social, a la fuerza y por las malas. Otros grupos y grupúsculos se las arreglan para sobrevivir o controlar otros territorios limitados. Otros vagan asaltando y saqueando o peor, esclavizando a quienes encuentren. Los escenarios que visita y los personajes que desarrolla nos recuerda los variados claroscuros de la conducta humana, especialmente ante situaciones extremas. Nos habla también de los extremos que pueden llegar los gobiernos reaccionarios para mantener a raya a las personas comunes e imponer un precario orden con el uso de la violencia y el terrorismo.

Nos muestra un mundo con personas intentando sobrevivir momentos oscuros para la humanidad, comparables solo a situaciones pasadas anteriores en nuestros países de hambruna, guerra y conflicto social agravado, o a futuros posibles de degradación ambiental y ecológica extrema, con todo lo que puede acarrear. En situaciones como esas se ve, también, sin embargo e inevitablemente, cómo las personas se las arreglan para encontrar humanidad en medio de las ruinas. El amor y el romance en tiempos de excepción, el compañerismo, la rebeldía y las ansias inagotables de libertad que nos mueve.

Los horripilantes sucesos y conductas que desata el colapso abrupto de la civilización contrastan con los lugares que quedan que no son el infierno, en la amistad y la solidaridad (también pensando en la curiosa aparición de una comuna exitosa en medio de la temporada). Con una buena cuota de acción y violencia, pero también a ratos cálida y conmovedora, la serie no debiera dejarte indiferente.