El 26 de septiembre de 1973, 15 días después del golpe militar de Augusto Pinochet, la Roja viajó a Moscú para disputar un lugar en la Copa del Mundo de Alemania 1974. Se jugó en el Estadio Central Lenin ante 60.000 espectadores y el resultado fue un empate 0-0.

La vuelta estaba programada para el 21 de noviembre y los rusos pidieron jugar en un país neutral, debido a los problemas internos del país y a su clima enrarecido. La FIFA envió un comité que aprobó la realización del encuentro, pero los europeos se negaron a viajar, alegando cuestiones políticas y de seguridad.

El Estadio Nacional aún mantenia 7.000 personas presas. Una comisión de la FIFA visita el estadio, en medio de risas convierten el lugar en un espectáculo siniestro y cruel.

En una desición absurda, innecesaria, gatillada por una orden desde una oficina de la Dictadura y con la complicidad de la FIFA, la Selección decide jugar igual sin el oponente. Y se registra talvez una de las imágenes mas absurdas y miserables que se recuerden de la Roja.

Acuden 16 mil personas al Estadio, muchas de ellas con la esperanza de saber de sus familiares presos y que ya comenzaban a desaparecer para siempre.
Se inicia el espectáculo ridículo y cruel. Se hace un simulacro, se canta el Himno nacional y se inicia el partido con un rival imaginario. Toda una faramalla con la burda intención de aparentar una normalidad que buscaba encubrir la maquinaria criminal que la Dictadura ya iniciaba contra miles de compatriotas.
Una pantomima que refleja lo más cruel de un organismo controlado por mafias y corruptos, aliado a un Gobierno Criminal.
No es la única historia negra de la FIFA. El mundial de Argentina aurtorizado para blanquear otro gobierno de criminales. Los de Qatar no es más que otro ciclo de las historias  de la mafia dirigente futbolera.