«Para el manipulador profesional y sus medios todo vale: desde el animador que es capaz de derramar lágrimas para vender su imagen de sensible, pero calla o mira para el lado cuando de verdad la realidad merece el llanto, hasta el político oportunista que ofrece soluciones fáciles a todo al mismo tiempo que descalifica a todos.  Los mismos que en pleno estallido social juraban de guata que estaban conmovidos con las situaciones de carencias y miserias de los chilenos, hoy «si te he visto no me acuerdo», hasta el próximo terremoto o próximo estallido llegarán de nuevo con sus lágrimas y discursos.»

La adicción a las pantallas, ya sean redes sociales, videojuegos o Internet en general, puede tener consecuencias significativas para nuestra salud mental y bienestar. Algunos de los efectos negativos incluyen depresión, irritabilidad, dependencia, disminución del rendimiento en los estudios o en el trabajo, ansiedad, trastornos alimentarios, baja autoestima y problemas en el control de impulsos. Hasta hace poco, se solía culpar al afectado por su propia adicción.
Sin embargo, investigaciones recientes han revelado que las aplicaciones digitales que utilizamos, especialmente las que están de moda, están diseñadas específicamente para crear adicción en cualquier persona, independientemente de sus habilidades sociales o límites personales. Ya no es suficiente apelar al autocontrol del usuario; estamos frente a productos diseñados para generar dependencia, similar a lo que ocurre con el tabaco.
La industria tecnológica utiliza estrategias sofisticadas, respaldadas por equipos de diseñadores y psicólogos, para mantenernos pegados a las pantallas. La diputada europea Van Sparrentak, miembro del Comité sobre el Mercado Interno y la Protección del Consumidor del Parlamento Europeo, advierte que si no actuamos ahora, esto tendrá un impacto en la salud mental y en el desarrollo cerebral de las generaciones futuras.
Estragos en los niños.
En cuanto a sus consecuencias, un importante estudio con 178 participantes de 12 años, publicado el años pasado en Jama Pediatrics, deja claro que quienes usan más las redes sociales tienen afectadas las áreas cerebrales relacionadas con el refuerzo y el castigo. Esto se traduce en «anestesia afectiva y menor capacidad de regular emociones».
También, en «desbordamiento emocional con cuestiones de la vida cotidiana porque no han desarrollado capacidad de gestionar la frustración. Si no gestionan sus emociones no es porque no quieran, es porque su cerebro está afectado estructuralmente. Es muy grave», añade una experta.
¿Por qué las plataformas digitales nos causan este daño? La respuesta es simple: el dinero. Sin embargo, el mecanismo es más sutil que en el caso de un fumador que simplemente necesita comprar más cigarrillos. Cuanto más tiempo pasamos en Internet, interactuando en redes sociales, viendo videos o películas en plataformas como YouTube, Netflix o TikTok, más información personal regalamos a estas empresas. Nuestros horarios, gustos, ubicación, aficiones, círculo social, forma de relacionarnos, intereses políticos e incluso nuestras inclinaciones sexuales se convierten en datos valiosos para estas plataformas
La manipulación del contenido y sus estragos en personas con baja capacidad de análisis o desconocimiento de otras realidades.
Los gobiernos, los políticos, las empresas y los grupos que representan diversos intereses económicos y sociales requieren el uso de las RRS para comunicar. Hasta ahí parece un ejercicio y uso de la tecnología para fines necesarios y transparentes. Lamentablemente la falta de control o desregulación ha transformado las RRSS en caldo de cultivo de especuladores, manipuladores, distorsionadores de la realidad en servicio de intereses nada santos. Mentir ya es un hábito y usar la mentira para derrocar gobiernos, desprestigiar a personas o ideas se ha convertido en actividad cotidiana. Sociólogos, psicólogos, periodistas, especialistas en comunicación están prestando sus servicios a conglomerados de poder fáctico para manipular a las personas e imponer sus propias agendas que generalmente no son para el bienestar colectivo. Peligrosamente las democracias estan siendo horadadas cuando la verdad y el razonamiento ya no es la variable más importante para acceder al poder, si no cuantas mentiras, distorsiones o terror se inflingió sobre una población para que reaccione de la manera que el distorsionador quiere. El trabajo les resulta extremadamente eficiente pues va dirigido a una parte de la población a la cual ya en décadas se los ha privado de cultura, de historia,  de arte, de literatura y de buena educación, donde el saber no es virtud, ni la crítica ni la discusión de los problemas que les atañen. Se les dijo que el bienestar era consumir.
Poner presidentes, derrocar a otros, derrumbar proyectos políticos ya es habitual. Atemorizar a la población resulta eficaz cuando se quiere impedir la disidencia y la crítica al actual estado de cosas. Los corruptos y sus delitos son rapidamente minimizados y hasta olvidados, reemplazando la preocupación de la gente en el asalto o portonazo del día. Entrevistar a cientos de personas ya atemorizadas ayuda a atemorizar a las demás. Millones de atemorizados actuarán como se quiera si les ofreces una seguridad creada por los mismos que generaron la inseguridad.

Combatiendo las mentiras y la manipulación desde dentro: curiosamente este artículo usa las redes sociales para socializarlo con el afán de despertar el espíritu crítico e intentar devolver el valor que debería tener la tecnología en el bienestar de la Comunidad.