Jim Cooke para Data & Society, Media Manipulation and Disinformation Online.

Reproducimos a continuación una traducción de las primeras páginas del libro Propaganda in the Information Age: Still Manufacturing Consent (Propaganda en la Era de la Información: Todavía Manufacturando Consentimiento; Routledge, 2019), escrita por el editor del libro, Alan Macleod (doctor en sociología, escritor y miembro del Glasgow Media Group). El libro hace las veces de actualización del clásico libro de Herman y Chomsky sobre los medios de comunicación de masas, y su rol en el sometimiento del público ante los intereses de las grandes corporaciones y gobiernos. Se le agregaron al texto explicaciones, de fuente enciclopédica, sobre los llamados «cinco filtros» propuestos por Herman  y Chomsky.

Introducción

Los medios de comunicación no son tus amigos. Los medios son un arma de la elite en la batalla por tu mente. No son valerosos portavoces de la verdad sino, en su mayoría, corporaciones enormemente poderosas haciendo propaganda por sus propios intereses y agendas. No desafían al poder; son el poder, la voz de los poderosos. Los medios de comunicación de masas no están tratando de entregarle al público información factual, sino más bien intentan manipularle y hacerle pensar que está loco [hacerle «luz de gas» o «gaslight»] y propagandizar en favor de la sumisión y el apoyo de posturas de la elite, la mayoría de las cuales están en contra de nuestros propios intereses.

Los medios son ampliamente de propiedad de la elite y son pagados y manejados por ellos en conformidad a sus intereses. Hoy en día solo cinco corporaciones gigantes, Comcast, Disney, News Corporation, AT&T y National Amusements controlan la amplia mayoría de medios estadounidenses, y monopolios similares existen a lo largo del mundo. Todos entendemos que tener medios de comunicación dominados por el Estado en una dictadura es propaganda. Aun así, se nos dice que tener medios dominados por las corporaciones bajo el capitalismo constituye libertad de prensa, a pesar del hecho de que en ambos casos las entidades que controlan la sociedad también controlan los medios de comunicación.

La elite, desde hace mucho tiempo, ha visto al público como un rebaño desconcertado de outsiders “ignorantes” y “entrometidos”, en palabras del padre del periodismo moderno, Walter Lippmann (citado en Chomsky, 2003: 4). Estos outsiders necesitan ser apaciguados con las ilusiones necesarias para evitar que desafíen los intereses materiales de la elite. Los medios de comunicación son cruciales en proveer estas ilusiones.

Los medios de comunicación son tremendamente importantes en darle forma a nuestra comprensión del mundo a nuestro alrededor. Como Ben Bagdikian (1992: 26) escribió, los medios de comunicación son “La autoridad, en cualquier momento dado, sobre lo que es verdadero y lo que es falso, sobre lo que es realidad y fantasía, lo que es importante y trivial. No hay mayor fuerza en la formación de la mentalidad pública.”

Nuestro mundo está ampliamente mediado a través de las imágenes y palabras de los medios de comunicación. Por ejemplo, la mayoría de los estadounidenses no tiene un pasaporte (y cerca de la mitad de todos los viajes al extranjero son hacia México solamente) (Amos, 2018). Por lo tanto, su comprensión de los países extranjeros es fuertemente dependiente de los medios de comunicación que consumen. En 2003, los Estados Unidos eran el único país del mundo en el que el público le tenía miedo a Saddam Hussein, algo que ni los Kuwaitíes sentían (Chomsky, citado en Tempest, 2003). Esta percepción de Hussein como una amenaza no podría haber sido sostenida sin una prensa maleable.

El psicólogo Alex Carey (1997: 18) afirmó que el siglo veinte había sido caracterizado por tres desarrollos de importancia trascendental: el crecimiento de la democracia, el crecimiento del poder corporativo, y el crecimiento de la propaganda como un medio para proteger el poder corporativo en contra de la democracia.

Hoy en día, en el siglo veintiuno, estamos viviendo las consecuencias de esos desarrollos. Cuando pensamos en el término “propaganda”, éste es usualmente asociado con Estados enemigos opresivos y autoritarios como Corea del Norte. Pero Carey (1997: 21) argumenta que la propaganda es, de hecho, más avanzada y refinada en las sociedades democráticas donde el uso de la fuerza para controlar a la población es mucho menos común y aceptable. Si no puedes controlar a las personas por la fuerza entonces debes controlarlos con otros métodos. Sin embargo, es crucial que esto no sea percibido como propaganda. En efecto, el grande de los logros de la propaganda moderna está en persuadirnos de su inexistencia.

La propaganda está en todos lados a nuestro alrededor, simplemente ocupamos otros nombres para ella: publicidad, marketing, branding, relaciones públicas. Vemos alrededor de 5.000 avisos publicitarios a diario (Johnson, 2006). Defendernos contra este incesante bombardeo es probablemente el paso más importante que podemos tomar para poder desarrollarnos y pensar independiente y críticamente.

Dos personas que quizás han hecho más que nadie para exponer la propaganda a la luz de la revisión crítica son Edward Herman y Noam Chomsky. En 1988, Herman, un economista de la Wharton School of Business, Universidad de Pennsylvania y Chomsky, un lingüista del MIT en Boston, desnudaron la función social de los medios y cuáles factores influencian qué cosas se vuelven noticia en su libro seminal, Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media [Manufacturando Consentimiento: La Economía Política de los Medios de Comunicación de Masas, publicado en español con el título Los guardianes de la libertad]. Herman, como Chomsky, era un activista veterano en contra de la guerra y un intelectual público que escribió vorazmente hasta su muerte en 2017. El libro fue primariamente su creación y es a él que este libro está dedicado. Chomsky fue y es una fuerza de la naturaleza, un gigante intelectual y uno de los estadounidenses más famosos (particularmente fuera de Estados Unidos), escribiendo bastante más de 100 libros, y es el autor vivo más citado tanto en humanidades como ciencias. El New York Times a regañadientes lo llamó “el intelectual vivo más importante.”

Juntos desarrollaron la explicación más concisa, contundente e influyente sobre la función de los medios de comunicación, y por qué tantas historias nunca llegan a las noticias mientras que otras son constantemente presentadas. (…)

Los cinco filtros

El modelo de propaganda afirma que hay cinco filtros a través del cual tienen que pasar todos los eventos potencialmente dignos de hacer noticia antes de que puedan llegar a tu pantalla televisiva, a tu smartphone o a los periódicos. Muchas potenciales historias serán bloqueadas por uno o más de los filtros mientras que otras serán modificadas, “dejando solo un residuo higienizado que sea adecuado para publicarse” (Herman y Chomsky, 2002: 2). Estos cinco filtros son:

  1. El tamaño, concentración y propiedad de la elite y fines de lucro de los medios [los medios de comunicación de masas dominantes son grandes empresas con fines de lucro, por lo que deben satisfacer los intereses financieros de sus propietarios, como corporaciones e inversores mayoritarios. El tamaño de una empresa de medios de comunicación es consecuencia del capital de inversión necesario para la tecnología de comunicación de masas necesaria para llegar a una audiencia masiva de espectadores, oyentes y lectores];
  2. Dependencia de la publicidad como principal fuente de ingresos [dado que la mayoría de los ingresos de los grandes medios de comunicación proceden de la publicidad (y no de las ventas o suscripciones), los anunciantes han adquirido una «autoridad de facto para conceder licencias» [James y Seaton, 1981]. Los medios de comunicación no son comercialmente viables sin el apoyo de los anunciantes. Por tanto, los medios de comunicación deben satisfacer los prejuicios políticos y los deseos económicos de sus anunciantes. Esto ha debilitado a la prensa obrera, por ejemplo, y también ayuda a explicar la disminución del número de periódicos. 
  3. Recurso a la información provista por el gobierno, la gran industria y otros “expertos” oficiales financiados por los poderosos [Herman y Chomsky sostienen que «las grandes burocracias de los poderosos subvencionan a los medios de comunicación de masas y obtienen un acceso especial [a las noticias] gracias a su contribución a la reducción de los costes (…). Las grandes entidades que aportan esta subvención se convierten en fuentes de noticias «rutinarias» y tienen un acceso privilegiado a las puertas. Las fuentes no rutinarias deben luchar por el acceso, y pueden ser ignoradas por la decisión arbitraria de los guardianes de las puertas». La distorsión editorial se ve agravada por la dependencia de los medios de comunicación de las fuentes de noticias privadas y gubernamentales. Si un determinado periódico, cadena de televisión, revista, etc., incurre en el disfavor de las fuentes, queda sutilmente excluido del acceso a la información. En consecuencia, pierde lectores o telespectadores y, en última instancia, anunciantes. Para minimizar ese peligro financiero, las empresas de medios de comunicación distorsionan editorialmente su información para favorecer las políticas gubernamentales y corporativas con el fin de mantenerse en el negocio.];
  4. La crítica dura [flak] como mecanismo disciplinario [«Flak» se refiere a las respuestas negativas a una declaración o programa de un medio de comunicación (por ejemplo, cartas, quejas, demandas o acciones legislativas). Las críticas pueden ser costosas para los medios de comunicación, ya sea por la pérdida de ingresos publicitarios o por los costes de la defensa legal o la defensa de la imagen pública del medio de comunicación. Las críticas pueden ser organizadas por poderosos grupos privados de influencia (por ejemplo, centros de pensamiento [think tanks]). La perspectiva de recibir críticas puede disuadir de informar sobre determinados hechos u opiniones.]; y
  5. Una religión nacional de anti-comunismo, que funciona como instrumento de disciplina y control.

Los relatos en bruto son procesados a través de estos cinco filtros antes de alcanzar al público, y los filtros determinan qué historias se vuelven noticias y cuáles son descartadas.

La concentración de los medios es un fenómeno mundial, llevando a que hayan menos y menos medios y un estrechamiento en el rango de opiniones expresadas. Los dueños de medios como Rupert Murdoch son bien conocidos por demandar que sus publicaciones sigan sus propias visiones políticas. Similarmente, los medios no pueden morder la mano que les da de comer y su dependencia de las grandes empresas como principal fuente de ingreso significa que las historias que cuestionen el poder corporativo, el capitalismo y el consumismo son sistemáticamente desincentivadas. (…)

Herman y Chomsky notan que el comunismo era visto como el enemigo último de los Estados Unidos, y que el filtro anticomunista era usado contra aquellos que defendieran políticas que amenazaran la riqueza y poder de la elite, tanto a nivel nacional como internacional. La táctica tuvo el efecto de dividir a la izquierda y de poner a los liberales y progresistas permanentemente a la defensiva, causando que se comporten como reaccionarios para probar su lealtad, para que no sean así manchados con la brocha comunista (2002: 29).

Luego de la caída de la Unión Soviética, Herman y Chomsky sugirieron que el quinto filtro debería ser reemplazado por la firme creencia en el “milagro del mercado” (2002: 17-18).

Referencias

  • Amos, O. (2018) “Is it true only 10% of Americans have passports?” BBC, January 9th, www.bbc.co.uk/news/world-us-canada- 42586638.
  • Bagdikian, B. (1992) The Media Monopoly, Boston: Beacon Press.
  • Carey, A. (1997) Taking the Risk out of Democracy: Corporate Propaganda versus Freedom and Liberty, Champaign: University of Illinois Press.
  • Curran, James, & Jean Seaton. 1981. Power Without Responsibility: The Press and Broadcasting in Britain, Routledge.
  • Chomsky, N. (2003) Hegemony or Survival: America’s Quest for Global Dominance, New York: Metropolitan.
  • Herman, E. & Chomsky, N. (2002) Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media, New York: Pantheon.
  • Tempest, M. (2003) “Transcript: Noam Chomsky on the anti-war movement,” Guardian, February 4th, www.theguardian.com/politics/2003/feb/04/interviews.iraq
  • Johnson, C. (2006) “Cutting through advertising clutter,” CBS, September 17th, www.cbsnews.com/news/cutting-throughadvertising-clutter/.