«Me acuerdo con claridad de mi madre reprendiéndome con voz firme cada vez que me veía salir sin arreglarme o con la ropa desordenada. «¡Quieres parecer un mamarracho!» me decía, y de inmediato me mandaba de vuelta a cambiarme. Lo último que quería era parecer un desastre.
A propósito de mamarrachos…
Me han pedido escribir esta columna para el semanario «La Cacerola» gracias al contacto de un buen amigo y compañero de universidad. Estudiamos Ingeniería en Beaucheff: él era y es zurdo; yo siempre me he sentido de derecha. Tal vez por formación, quizá por lazos familiares, pero siempre me sentí identificado con esa postura política. Tengo una empresa en el rubro minero y hace unos días compartimos un buen vino en Vallenar. Entre abrazos y risas, mi amigo me preguntó por mis candidatos.

Fue entonces cuando hablamos de los políticos mamarrachos. «¿A cuál de todos te refieres?» le dije, mientras la conversa se alargaba por horas, con botellas, esposas y parejas incluidas. Fue ahí que terminé comprometiéndome a escribir este artículo para su pasquín.

Y es que cada día me convenzo más de que la derecha chilena se ha alejado de lo que alguna vez pudo haber sido: una genuina defensa de la libertad económica y del emprendimiento de todos los chilenos. Tal vez nunca lo fue. Yo nunca apoyé a Pinochet; desde un principio entendí que era un bandido. Hay que ser muy ciego o fanático para no reconocerlo.

Hoy, cuando veo a sus candidatos y su comportamiento, sólo veo una tropa de mediocres sin ideas, sin propuestas y sin ninguna autocrítica sobre el desastroso nivel de corrupción en el que están cada vez más enredados. No digo que por el lado de los zurdos todos sean blancas palomas, pero al menos a los que pillan o están presos o los echan. Pero por la derecha, tenemos una tropa de candidatos sin historia, sin mérito, sin conocimiento. ¿Como es posible tener a un inútil de líder que lo único que ha hecho en su vida es hablar huevadas? o a una Señora que lo único que recuerdo importante de ella es su defensa de pinocho o la pelea con Piñera. ¡Algún aporte sustantivo a no ser que administrar una de las comunas más ricas de Chile? ¿Cuál es el mérito ahí? Si Providencia está lejos de parecerse al resto del país.

Sinvergüenzas impunes, «no les sale ni por cura’o», como dice el dicho popular.

Ya no es porque vistan mal ni por su aspecto físico. Son unos mamarrachos intelectuales. La mediocridad en su esplendor. Haciendo de todo para que el país fracase para volver a tomarse el poder desde dentro y seguir favoreciendo a sus socios y amigos. Esas no son las ideas de derecha que alguna vez respeté, eso es sinvergüenzura. Si así es ser de derecha entonces he estado toda la vida equivocado.

Ni siquiera la señora Matthei, que parecía ser la más adecuada, ha presentado una sola idea distinta que no sea sacarle el jugo al temor de la delincuencia y convertir ese miedo en votos. Nada me calza: se desgarran las vestiduras contra la migración incontrolada, pero ahora están apurados en legalizar venezolanos para que voten por ellos. ¡Qué vergüenza!

La tenaz oposición de la derecha al royalty minero fue la gota que rebalsó el vaso y me hizo alejarme definitivamente de estos frescos. Los recursos que ahora están llegando a regiones son un paso sustantivo para el desarrollo y para disminuir la fractura de desigualdad que desangra a Chile. Hablo con conocimiento de causa: llevo 30 años en la minería.

Estoy convencido de que esta derecha, la de los políticos corruptos, mediocres, mamarrachos y estrafalarios, no tienen nada que ofrecerle a Chile. Y si llegan a la presidencia, con ese grado de preparación que han demostrado, sólo terminarán de arruinar al país, retrasándolo y dañando la democracia. No sirven más que para andarse repartiendo cargos, pegas millonarias y coimeando para poner sus jueces y fiscales.

Aún no sé por quién votar, pero de algo estoy seguro: no será por esta derecha corrupta y mediocre. Solo ver a Kaiser me avergüenza. Kast vive en un mundo paralelo tipo Colonia Dignidad. Matthei es Piñera 2, con la misma camarilla de oportunistas, sinvergüenzas y comensales de siempre.

Las derechas en el mundo han acumulado como nunca líderes corruptos, fanáticos, ridículos e ignorantes. Ya no hay ideas ni rigor, ni respeto por el pensamiento o por las propuestas serias. Solo hay griterío, explotación de la ignorancia, ataques personales a sus opositores, homofobia, xenofobia y todas las «estupidofobias» que se puedan imaginar.

Agradezco a mis dos bellos hijos, quienes me han dado la oportunidad de sincerarme y abrir la mente.

Por ellos, nunca más votaré por estos estrafalarios.

Esta derecha, la de Chile y la del mundo, me hace sentir vergüenza de haberme identificado alguna vez con ella.

Con afecto para quien le interesó leerme.
Mauricio C.