La promesa de Kast de recortar 6 mil millones de dólares… ¿de dónde piensa sacarlos?
Es imprescindible y urgente que lo explique con claridad. Su socio ideológico en Argentina, Javier Milei, juró que el ajuste lo pagaría “la casta”. La realidad, sin embargo, es que lo han terminado pagando los jubilados, los enfermos, los estudiantes y, en general, los trabajadores.
En Chile, la derecha utiliza un recurso retórico muy similar: culpar al gobierno de centroizquierda de Boric por no dar respuestas a la gente. Es común escuchar a los llamados “fachos pobres” repetir que el gobierno “no hace nada por los pobres”.
Pero conviene mirar el país en su conjunto: Chile muestra cifras macroeconómicas envidiables dentro de América Latina —un PIB sólido y un crecimiento sostenido—, aunque bajo esa superficie se esconde un Chile profundamente desigual y segregado. Tres comunas concentran estándares de vida comparables al primer mundo, mientras que la gran mayoría vive en realidades que avergüenzan como postal de país moderno.
El modelo neoliberal y sus distorsiones
El modelo neoliberal chileno ha generado fortunas diarias para el 1% más rico, pero mantiene al 80% de la población apenas sobreviviendo. Las políticas de los gobiernos de centroizquierda han logrado, con enormes esfuerzos, atenuar esas desigualdades mediante transferencias sociales: viviendas populares, mejoras en salud, gratuidad en educación superior y, recientemente, un refuerzo al pilar solidario de las pensiones.
De no existir estas políticas, los adultos mayores estarían condenados a subsistir con las migajas de las AFP, recogiendo las sobras en ferias libres. Estos beneficios no son limosnas: son derechos que corresponden a los chilenos por vivir en un país rico en recursos naturales. El cobre de nuestras montañas, los bosques, la pesca y el mar no pertenecen a pequeños grupos de privados, sino a todos. Los impuestos a esa explotación no son otra cosa que el legítimo retorno de lo que corresponde a sus verdaderos dueños: el pueblo chileno.
El falso discurso de la rebaja de impuestos
Matthei, Kast, Kaiser y Parisi repiten el mismo dogma: que hay que bajar los impuestos a los más ricos para incentivar la inversión. Pero la evidencia económica es clara:
-
Los recortes “para los de arriba” aumentan la desigualdad y no generan crecimiento. Un estudio en 18 países de la OCDE (1965–2015) concluye que las rebajas tributarias para los más ricos incrementan la concentración del ingreso en el 1% superior, sin efectos positivos en PIB ni en empleo.
-
La inequidad frena el crecimiento. El FMI advierte que más desigualdad significa expansiones económicas más débiles y más cortas, mientras que la redistribución moderada no daña la economía.
-
Casos recientes confirman el fracaso. En EE. UU., la reforma tributaria de 2017 favoreció a las élites y grandes corporaciones, pero ni la inversión ni los salarios crecieron como se prometió. Sí aumentaron, en cambio, las recompras de acciones, beneficiando exclusivamente a los accionistas.
-
La realidad es simple: hace más ricos a los ricos. En todos los estudios revisados, los beneficios terminan concentrados en el capital y los altos ingresos, sin mejoras para la mayoría.
Desigualdad, violencia y descomposición social
Chile arrastra una enfermedad crónica: la desigualdad. Con absoluto desparpajo, Kaiser llegó a decir que “se bañaba en desigualdad”. Pero quienes la padecen son millones de chilenos. Esa fractura social se traduce en más delincuencia, segregación, violencia cotidiana y ausencia de paz social.
Miles de jóvenes caen con facilidad en el circuito delincuencial. Y el país responde de la peor forma: cámaras, rejas, encierros y armas. Atacamos las consecuencias, pero no las causas. La educación pública segregada y convertida en negocio por décadas generó generaciones de jóvenes desintegrados, sin proyectos ni conciencia social, expuestos a la violencia como única salida.
El riesgo de retroceder
Un gobierno de derecha —y peor aún, uno encabezado por Kast (pero que sería también el de Matthei, Parisi y Kaiser)— no hará sino profundizar este camino de desintegración de la República. Conducirá a un país aún más desigual, más violento, y sobre todo, aún más al servicio de unos pocos.
Por eso, para la mayoría de los chilenos es vital contar con un gobierno de centroizquierda, encabezado por liderazgos como el de Jeannette Jara. Será un gobierno bombardeado por la derecha fanática, sin duda, pero al menos tendrá la voluntad de defender y ampliar los beneficios sociales básicos que nos han permitido avanzar, lentamente pero con firmeza, hacia un Chile más justo.