Imagen: Sebastián Piñera Echenique (Fuente)

Hace dos semanas se anunció la trágica muerte de Sebastián Piñera por un accidente en helicóptero, una muerte que una buena parte de Chile ha lamentado. Los medios y una parte significativa de la elite política, incluyendo al presidente, se han enfocado en los aspectos positivos de la vida y el “legado” de Piñera, soslayando o derechamente ignorando los aspectos más oscuros de su persona. Ante los esfuerzos por reescribir la historia a favor de los poderosos, queremos aportar recordando algunos aspectos más problemáticos del empresario y ex presidente. 

Pueden pensarse aspectos positivos de la vida de Piñera. Pero dado su historial más turbio, es difícil saber si muchas de sus mejores acciones han sido tomadas por conveniencia y/o consideraciones estratégicas. Es verdad que se declaró partidario del “No” para sacar a la dictadura, pero también es cierto que fue de los primeros en salir a defender apasionadamente a Pinochet cuando fue detenido en Londres. Es verdad que firmó el acuerdo por una nueva constitución en medio de las protestas de 2019, pero también es cierto que archivó la propuesta de cambio constitucional de Bachelet; que fue, a lo menos, negligente ante las masivas violaciones a los derechos humanos durante este proceso, que describió el conflicto como una “guerra” (azuzando a policías y militares) y que acusó haber sido víctima de un intento de “golpe de estado no tradicional”, haciendo ver a los chilenos como si estuvieran involucrados en oscuros planes para destruir la democracia o derechamente alimentando las fantasías derechistas paranoides con todo el asunto (donde se dice que todo fue organizado por grupos de izquierda o peor, por k-popers).

Considerando además las movidas hasta ilegales que se han visto en la historia de Piñera en los negocios, es más difícil evaluar su figura de manera positiva y se hace poco comprensible que Boric se sume a estos discursos que limpian descaradamente su imagen.

El historial de Piñera es tal que algunos hablan de su “prontuario”. Piñera destacó por varias movidas truchas en los negocios, llegando al punto de cruzar la línea de lo legal (con el desfalco al Banco de Talca) y ser declarado reo por la justicia en 1982, de lo que zafó solo por sus contactos con altos cargos de la dictadura: la ministra de justicia de la época, Mónica Madariaga, dijo públicamente haber metido mano para que Sebastián (“Tatán”) no fuera preso (a pedido de su hermano José, que era colega de Madariaga como ministro de la dictadura).

Entre 1992 y 2004 Piñera se benefició de lo que bien puede considerarse una técnica de elusión de impuestos mediante “empresas zombies”. Según él, invirtieron en esas empresas porque vieron oportunidades de negocio genuinas. En 1997 se vio involucrado en el caso “Chispas”, donde, habiendo acusado a otros empresarios de obtener precios especiales más altos para la venta de sus acciones de Enersis a Endesa España, él mismo resultó finalmente acusado de hacer lo mismo y de beneficiarse de su posición como senador para crecer en los negocios. Incluso el derechista Andrés Allamand, de su propio sector, salió a decir que no se podía tener un pie en la política y otro en los negocios. En 2006, todo indica (según lo investigado y testificado por otros), se habría beneficiado via información privilegiada en la compra de acciones de LAN.

Piñera destacó por no hacerse cargo de sus conflictos de interés y de terminar beneficiándose, por lo mismo, de su posición política para ser empresario, y viceversa. Aunque dicen no haber participado de esas decisiones, se benefició haciendo negocios en Perú en relación al juicio de La Haya que terminara entregándole espacio marítimo chileno al país vecino en 2014 (asociado al llamado caso Exalmar).

Ha manejado plata en paraísos fiscales, y con el destape de los llamados Pandora Papers se supo de la movida con la minera Dominga, en la que se realizó una transacción con su amigo Carlos “Choclo” Délano (del infame caso Penta), y donde el último pago de una gran suma de dinero a Piñera dependía de que no hubiera cambios regulatorios y no se declarara el lugar como zona protegida (generando así un evidente conflicto de interés en su posición simultánea de empresario y presidente). 

De entre todas las cosas que se pueden decir de su gestión en LAN, destaca una historia muy perturbadora. Según testimonios dentro de la empresa, Piñera habría hecho bullying e incluso agredido a la auxiliar de vuelo Gina Ampuero, después de que esta le hubiera pisado un pie a su jefe por accidente. Según los testimonios, Sebastián también la acosaba fuertemente por su peso. Gina, no mucho después, se suicidó (lo que preocupa, aunque no haya sido estrictamente causado por lo que dicen que le pasó con su jefe).

Debemos recordar además que Piñera fue sobreseído de las querellas por violaciones a los derechos humanos solo por haber muerto.

De las 6.807 denuncias que recibió el INDH por abuso y brutalidad policial durante el estallido, solo unas cuantas han logrado consecuencias para sus victimarios. Decenas de muertos, miles de heridos, cientos de personas mutiladas y cientos de casos de violencia sexual. 

Muchas de estas personas consideran que Piñera es co-responsable de lo que les pasó, y no lo piensan gratuitamente. El presidente actual elige honrar la memoria de esta problemática figura, elige ponerse junto a él como quien fuera un fiel colega, en lugar de con quienes se consideran sus víctimas. De haber pasado de “avisar” a Piñera que se perseguiría a quienes fueran responsables por las violaciones a los derechos humanos de 2019-20, ahora se suma, incomprensiblemente, al coro de homenaje a este problemático personaje. Ante esto, y ante los intentos de reescribir la historia a favor de los poderosos, llamamos a no olvidar quién fue, realmente, Sebastián Piñera.