Por muchos esfuerzos que se realizan en el mundo, la contaminación y el cambio climático siguen avanzando. Cada vez enfrentamos más huracanes, tsunamis e incluso erupciones de volcanes que llevaban miles de años inactivos. Es evidente que la situación empeora: la joven activista Greta Thunberg ha logrado poco, y los gobiernos tampoco muestran resultados significativos.
El problema es que no se puede dejar de contaminar por completo. Las fábricas, que son necesarias porque producen bienes y generan empleo, siguen contaminando cada vez más. El transporte también es una gran fuente de emisiones, y aunque allí sí podría reducirse considerablemente la contaminación, poco se ha hecho. Lo explicaré en otro artículo.
En síntesis: la contaminación no se puede detener del todo, y aunque un país logre avances, estos no bastan, porque la crisis climática es un fenómeno global. Lo hemos visto en todo el planeta: quizá se han alcanzado algunos progresos, pero son insuficientes, y vamos camino al desastre. Los científicos lo advierten todos los días, pero sus alertas no logran cambiar las cosas.
¿Entonces qué hacer? Yo no soy científica, sino abogada, pero se me ocurre una idea —y no creo ser la única—: además de intentar no contaminar, debemos descontaminar.
¿Cómo? Existen diferentes mecanismos. Los árboles y las algas absorben CO₂ y producen oxígeno. El problema es que no hay suficientes, y los que existen no alcanzan para contrarrestar la magnitud del problema. Podrían plantarse más, pero la selva se sigue reduciendo porque delincuentes talan los bosques para vender madera.
¿Estamos condenados a la extinción? No necesariamente. Como he dicho, el desafío no es solo dejar de contaminar, sino descontaminar. Seguramente hay científicos trabajando en ello, pero la gente común lo desconoce.
Un ejemplo esperanzador es el árbol Kiri, también conocido como Paulownia tomentosa. Es originario de China, puede alcanzar hasta 20 metros de altura y posee hojas enormes de hasta 40 cm, además de flores de gran tamaño. Es un árbol frondoso y muy atractivo, pero lo más importante es su capacidad de absorción de CO₂.
Un solo árbol Kiri puede absorber aproximadamente 21,7 kg de CO₂ al día, lo que equivale a unas 8 toneladas al año, hasta diez veces más que otras especies. Además:
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Produce alrededor de 6 kg de oxígeno diario.
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Crece con rapidez.
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Se adapta a suelos pobres.
Por estas razones, se le considera una opción prometedora para programas de reforestación y mitigación del cambio climático. Actualmente, se cultiva no solo en Asia, sino también en América del Norte y Europa.
Claro que el CO₂ no es el único contaminante: también existen el material particulado (PM), el dióxido de nitrógeno (NO₂), los compuestos orgánicos volátiles (COV), el metano (CH₄), el óxido nitroso (N₂O) y el carbono negro. Sin embargo, el CO₂ sigue siendo el principal.
Veamos un ejemplo: en 2016, la Ciudad de México emitió 19 millones de toneladas de CO₂. Para absorber esa cantidad, se necesitarían 2,38 millones de árboles Kiri al año. Si existiera la posibilidad de modificar genéticamente sus semillas para duplicar su capacidad de absorción —como se hace con el maíz transgénico—, serían suficientes 1,18 millones de ejemplares.
Esto no es una fantasía. En programas como Sembrando Vida, ya se han plantado más de 1.200 millones de árboles frutales y maderables, lo que muestra que proyectos de gran escala son posibles.
El árbol Kiri tiene inconvenientes: es invasivo y solo prospera hasta los 1.800 metros de altitud, mientras que la Ciudad de México está más arriba. ¿Podría resolverse modificando su semilla, como se hace con otros cultivos? Es una pregunta que deberían responder los científicos.
Otra opción son los pinos, que también capturan grandes cantidades de CO₂. El problema es su resina altamente inflamable, que los hace muy vulnerables a los incendios. ¿Podría la biotecnología ofrecer soluciones en este sentido? No lo sabemos, pero sería deseable que se investigue y se informe con transparencia.
Porque, al final, si vivimos en un país donde “el pueblo manda”, como dice nuestra presidenta, el pueblo debe estar debidamente informado. Y hoy, lamentablemente, esa información no llega.
