“El control de los medios de comunicación en regímenes generalmente oligopólicos, permite a los grupos dominantes ejercer una configuración política de la sociedad a partir de un “pacto social aparente en virtud del consenso impuesto a través de las redes internacionales de información”
Concentración de la propiedad de los medios de comunicación en Chile.
La compleja relación entre oligopolio y democracia

En Mayo, José Antonio Neme realizó un furioso descargo en Mucho Gusto ante los comentarios de personas por las presuntas mentiras de la prensa.

…Saben qué?, le quiero decir a esa gente que dicen que los medios mienten: ¡Cómprense un medio!
En la pantalla se mostraba imágenes de personas que acompañaban a Daniel Jadue a la Fiscalía y denunciaban la campaña de mentiras de la Prensa en el caso.

Un comentario destemplado muy en la línea de comentarios como “los pobres son pobres porque quieren”, así podemos entonces deducir que Neme nos dice que la gente está desinformada porque quiere.

Quizás Neme no aprendió de Historia del Periodismo en la Ponti los casos de los montajes del Plan Z elaborado por la Dictadura que con el apoyo de “los medios” divulgaron una mentira macabra que les permitió asesinar opositores con la venia de la gente previamente aterrada.

Su padre, un periodista afín a la UDI que dedicó sus últimos años a la política, después de abandonar el periodismo y la política por casos de corrupción, debe saber de lo que hablamos.

Bueno, el caso que el tema no es precisamente la vida de Juan Antonio Neme ni de sus exabruptos ni de su mediocridad como profesional. Mal que mal, ha sincerado con sus dichos lo que ya todos sabemos: Si quieres que se sepa TU Verdad: Paga. ¡Cómprate un medio para que diga lo que se te de la gana!

Bien lo sabe don Andrónico que se compró canal 13 sabiendo que contablemente no da ganancias en pesos, si no que el verdadero negocio está en la capacidad de influir en la agenda política, desviar la atención de la gente a temas que los mantengan atemorizados y aún más ventajoso: con una baja capacidad de crítica al poder empresarial que es el dueño de la República. Puede ser absolutamente legítimo que un gran empresario quiera comprar un medio de comunicación y que este responda a la defensa de sus intereses particulares. Es la razón básica porque el Estado debe garantizar el equilibrio para que las personas puedan acceder a otra versión de los hechos que no respondan a estos intereses por el bien de la Democracia.
Este es el gran peligro al que nos enfrentamos: una sociedad que representa el interés de pocos deriva más temprano que tarde en violencia en todas sus formas.

Ya se sabe que con un medio puedes poner en jaque a un Presidente díscolo o tirarle la cadena a todo aquel que intente aserrucharte tu piso de poder. Un medio poderoso nunca le explicará a la gente lo injusto y demencial que es el Sistema de AFP o los abusos de las Isapres solo quedarán en titulares  inofensivos y dudosos, mezclados con soterrados comentarios de las bondades del sistema. Está claro que la ganancia no está en la venta de publicidad ni menos en la venta de diarios, como el caso de los medios impresos que casi no existen y en los digitales donde sus ingresos son un misterio.

Neme sin vergüenza acota además que mantener un medio requiere de muchos recursos, sueldos, infraestructura. Y todos los medios que sobrevivieron a la Dictadura fueron afines a la dictadura o fueron indirectamente apoyados por el Estado con préstamos millonarios o subvencionados con publicidad estatal para mantenerlos a flote mintiendo.

Para peor, en un caso difícil de entender, los Gobiernos de la Concertación decidieron tirarles la cadena a todos los medios que enfrentaron la Dictadura y que deberían estar activos por derecho y por necesidad: Revista Apsi, Análisis, Cauce, Fortín Mapocho debieron mantenerse como pilares de defensa de los valores Republicanos y el Estado los abandonó. El Diario La Nación vivió una época dorada a mediados de los ’90, con su suplemento la Nación Domingo, que nos brindó a los chilenos un breve espacio de justicia en la información, destacando sus reportajes sobre los Pinocheques, los ejercicios de enlace de Pinochet y las mentiras de la mesa de diálogo con la que los milicos trataron de embolinarnos la perdiz a los chilenos con su complicidad en los crímenes atroces de la Dictadura.

Apenas recuperado el poder político por parte de la Derecha, Piñera se encargó de liquidar para siempre al Diario La Nación dejándonos a merced absoluta de los mercenarios de la manipulación. Para que decir el bajo compromiso con esta aberración de los Gobiernos de la Concertación explicada talvez con las espléndidas empresas de comunicaciones que armaron los “ideólogos” de la Concertación que fueron los sepultureros de los medios no afines al modelo. Enrique Correa y Eugenio Tironi deben observar con orgullo sus cuentas corrientes con la panorámica que les ofrece sus elegantes oficinas en Sanhattan.

Con el auge de las Redes Sociales los chilenos hemos ido armando con mucho esfuerzo nuevos canales de Comunicación: de las primeras iniciativas estuvo el nacimiento del diario El Desconcierto, nacido precisamente del sentimiento de defraudación de las políticas Concertacionistas y se suman otros medios como Ciper,  El Ciudadano, Interferencia, Resumen y cientos de iniciativas como la nuestra: “La Cacerola” nacidos de la necesidad de dar a conocer puntos de vistas que no son afines al oligopolio mediático-empresarial que ha corrompido la República. El esfuerzo es mayúsculo, el trabajo se hace muchas veces con trabajo voluntario y con pequeños aportes de colectivos y más de algún ciudadano consciente del problema, esfuerzo que siempre se hace corto e insuficiente. La Publicidad empresarial en medios de Izquierda es escasa y cuestionable y para peor el Estado hace poco o nada de esfuerzo para dirigir su publicidad a través de los medios alternativos, quizás temeroso de la venganza de los medios tradicionales en el caso que les limiten el flujo de recursos.

¡Devuélvannos el medio!
Talvez Neme haga honor a su profesión y podría dedicar unos minutos de su tiempo a apoyar a que nos devuelvan el Clarín y su valor comercial robado por la Dictadura.
(El Clarín de Chile sigue existiendo en formato digital, pero sin los recursos que en derecho le corresponden y que fueron arrebatados por la Dictadura y negados por la Concertación)

El CLARIN de Chile fue el diario de mayor tiraje y patrimonio durante la historia democrática de Chile. Entre 1960 y el 10 de septiembre de 1973 el periódico, de formato tabloide y 16 a 32 páginas, vendía un promedio de 270 mil ejemplares diarios para superar los 350 mil los fines de semana.

El 11 de septiembre de 1973 militares sublevados contra las instituciones de la República de Chile tomaron las rotativas, inmuebles e instalaciones del diario CLARIN. La toma continúa desde entonces.

El Laudo de 8 de mayo de 2008 del Tribunal internacional de arbitraje del CIADI (Banco Mundial, Washington D.C.) estableció que las acciones de las empresas editoras del diario CLARIN son propiedad del ingeniero Víctor Pey y de la Fundación Presidente Allende, que sus derechos están bajo el amparo del Acuerdo bilateral entre España y Chile para la protección recíproca de inversiones, y condenó al Estado de Chile a indemnizarles el daño causado por incumplir su obligación de asegurar un trato justo y equitativo e incurrir en denegación de justicia.

Desde el 24 de julio de 2008 el Estado de Chile ha expropiado indirectamente, sin indemnización, los referidos  derechos de propiedad sobre los bienes de las empresas editoras del diario, provocando el diferendo sometido el 12 de abril de 2017 al arbitraje del Tribunal internacional establecido ante la Corte Permanente de Arbitraje (La Haya), en conformidad con el Reglamento de Arbitraje de la Comisión de las Naciones Unidas para el Desarrollo Mercantil Internacional (CNUDMI).

Ver artículo de Ciper:
Por qué la Concertación bloqueó el resurgimiento del Diario Clarín

Desde el Colectivo Frente Cacerola, que somos aproximadamente 50 profesionales de izquierda, que creamos lazos de amistad luchando contra la Dictadura en los 80s y 90s, mantenemos el compromiso de ampliar este espacio de comunicación, ya sea desde el semanario digital ya sea en nuestras redes sociales, donde junto a otros damos la pelea al abuso comunicacional de los corruptos y sus bufones que nos gritan que nos compremos un medio.