Por Marlene Patricia Civilo García

Mi hermana y yo fuimos criadas en un régimen absolutamente patriarcal y machista, por lo que era inadmisible que a la edad de diez años tuvieras la osadía de levantar la voz a tus padres, o expresar tu parecer acerca de alguna regla autoritaria. Fue en esa edad en que viví el golpe. En casa mi papá era el proveedor, mi mamá, trabajaba en casa cuidándonos y manteniendo la misma, mi papá ponía las reglas, los horarios y todas sumisas acatábamos. 

De pronto mi papá desapareció unos días de casa, pues debían hacer guardia en la empresa donde trabajaba para cuidarla, entonces quedamos al entero cuidado de mi mamá, quien apoyaba todo lo que el general hacía y decía, porque había que poner orden en este país (yo pensaba “quiere que todo sea igual que en su casa”). De pronto comenzaron a escasear los víveres y el dinero en la casa, cuestión que nunca antes vivimos, comenzamos a tener hambre, porque no había que echarle a la olla, cuando se compraba pan se daba medido para que durara varios días, muchas fueron las noches en que me dormí llorando de hambre. 

Un día, ya un poco más grande, estaba harta de esta sensación de miedo permanente y hambre, discutí con mi mamá y sin ningún miedo, (porque antes las insolencias se pagaban con una bofetada o con un palo donde cayera) le grito a mi madre, “GRACIAS A SU GENERAL ESTAMOS MUERTOS DE HAMBRE, NUNCA ANTES HABÍA FALTADO LA COMIDA EN ESTA CASA”, mi mamá se cayó sentada en la silla llorando y en shock, primero porque me atreví a gritarle, segundo porque expresé mi opinión a gritos y sin miedo y tercero, porque creo que a partir de ese minuto mi mamá cambió su pensamiento y nunca más volví a escuchar que diera su apoyo al general.

Hago público este relato porque siento que de alguna forma marcó mi existencia, desde chica entendí que lo que pasaba no era bueno para nadie, nunca serán buenas las ideas impuestas, el autoritarismo, el obligarte a hacer o no hacer, el impedirte ser. Siento que desde ese día mi mamá comenzó a verme de otra forma, como una persona capaz de expresarse sin miedo y con convencimiento. 

De esto también aprendí que cuando nos dejamos avasallar y aguantamos callados por mucho tiempo, en algún momento nos cansamos y estallamos y sale a la luz todo nuestro malestar y nuestro dolor, que es lo que comenzamos a vivir aquel inolvidable 18 de Octubre. Cabe mencionar que mi madre NUNCA MÁS volvió a mencionar su apoyo al general y aún ahora reclama abiertamente en redes sociales en contra del abuso de poder y todo lo que pasa a diario en nuestro querido Chile.