Imagen: Biblioteca del Congreso Nacional. Fuente

Por Victor Serge

Pinochet fue un dictador despiadado, y la evidencia que lo implica como director del terrorismo de Estado no es de poco peso. Pero otro aspecto de la vida de la familia de Pinochet es su vida como multimillonarios. ¿De dónde sacaron tanta plata? Bueno, la historia da para rato y para ello es mejor comprarse un paquete de cabritas y revisar el largo reportaje de CIPER sobre el temita. Aquí te resumimos algunos datos clave, y nos centramos en una situación fraudulenta particular: el caso «pinocheques». El caso es particularmente relevante, pues si bien el beneficiario directo fue el hijo del dictador, también se asoció a dos de los momentos más tensos de la transición a la democracia (los famosos “ejercicios de enlace” y el “boinazo”), donde el dictador amenazó (tácita pero claramente) al país y a los gobiernos de los ‘90 para que no se les investigara.

En medio del proceso de transición a la democracia, una revisión de rutina en el Banco Estado encuentra unas fotocopias de 3 cheques que el ejército entregó a Augusto Pinochet Jr. por 3 millones de dólares de la época. Se crea una comisión investigadora en las Cámara de Diputados. Se destapa que Augusto Pinochet Hiriart compra a fines de los ‘80 una empresa metalúrgica a cargo del ejército que fue declarada en quiebra en esa misma década. Es una compra bien barata. Convenientemente, al final se la vende al ejército de vuelta y estos la compran por los montos mencionados (enriqueciendo al hijo del dictador con fondos públicos).

Era un contexto muy tenso y difícil. La transición a la democracia y las violaciones de derechos humanos del régimen recién derrotado eran un tema central y motivo de reclamo, protesta y movilización por parte de las víctimas, sus familiares y la sociedad civil. De acuerdo al historiador Gonzalo Peralta para Via X, Aylwin consideró atendido el problema de los derechos humanos con el trabajo de la comisión Rettig. Pero de acuerdo a Peralta el nombre de la comisión que aludía a Verdad y Reconciliación no trajo el elemento de la justicia o más bien, respondía a la tesis de la “justicia en la medida de lo posible” (lo que también respondía a la presión y amenaza militar). 

De acuerdo al historiador, los casos quedaron en manos de los tribunales, pero las posibilidades de los tribunales eran muy pocas, pues antes de que Pinochet dejara el poder, subía una serie de jueces a la Corte Suprema que eran favorables al dictador. Además, existe la justicia militar, a la cual se derivan muchos de estos casos y donde eran muy pocos jueces que seguían adelante con las investigaciones. “Con todos estos cerrojos, ese paquete, digamos, estaba más o menos listo.”

En una primera instancia, el asunto de los “pinocheques” motiva la creación de una comisión en la Cámara de Diputados. Pero en Diciembre de 1990 los milicos salen a la calle y se acuartelan, sin explicación y obviamente para amenazarnos a todos de modo que no se investigara y procesara a la mafiosa familia. Luego dicen que era un llamado “ejercicio de enlace” para sacarse los pillos y disfrazar los verdaderos motivos, evidentes para todo el mundo, de la acción.

El caso se vuelve a investigar tiempo después, lo que motiva en el ‘93 una segunda amenaza militar: el “boinazo.” Los milicos, boinas negras con caras pintadas, rodean el edificio de las Fuerzas Armadas a 200 metros de la Moneda. Finalmente, el caso se cierra un par de años después, y el Consejo de Defensa del Estado no toma más acciones legales (el presidente del momento, Eduardo Frei, expresando que se debe a “razones de Estado”, es decir, sin decirnos por qué aunque todos sabíamos).

Sólo años después, y finalmente en los años 2000, se establecen claramente las responsabilidades, se logra demostrar la implicación del hijo de Pinochet, se descubre que el ejército hizo quebrar a propósito la famosa empresita para, finalmente, dejar igual a los delincuentes libres.

La familia Pinochet ya tenía una tradición de enriquecerse con la plata de todos los chilenos, en todo caso. Millones de dólares en “gastos reservados” para cubrir los gastos personales del dictador y la compra de casas y terrenos, y por lo cual seis oficiales terminan siendo condenados por la justicia debido a su participación. Pinochet muere antes de poder ser sentenciado por sus delitos. 

Nunca se pudo saber el monto real de la riqueza Pinochet, pues se dedicaron intensamente a ocultarla. Lo que se alcanzó a estimar, de acuerdo al reportaje de Pedro Ramírez para CIPER ya citado, son más de 20 millones de dólares, de los cuales se pudieron justificar como dinero (supuestamente) limpio solo unos cuantos. En cuanto a sus orígenes, según la  Brigada Investigadora de Lavado de Activos (Brilac) de la PDI, gran parte viene de los “gastos reservados” y comisiones en la compraventa de armas. Estas platas se moverían en el mercado inmobiliario, paraísos fiscales y bancos extranjeros con la ayuda de testaferros e identidades falsas (destacando entre ellas la “chapa” de Daniel López). Y aunque el beneficiario directo es una fundación de la familia, otro tanto podríamos hablar de los millonarios traspasos de riqueza a la fundación Cema Chile de Lucía Hiriart.

Pero según el verdugo mismo de Pinochet, el “Mamo” Contreras, Pinochet habría, supuestamente, estado involucrado en el narcotráfico. Según otros investigadores como Hugh O’Shaughnessy en su libro Pinochet: the politics of torture (Pinochet: la política de la tortura), la dictadura misma lo habría estado, además de estarlo en el tráfico ilegal de armas. Calcado de cómo se acusa a la CIA, la Agencia Central de Inteligencia de EEUU (otro socio mafioso del pinochetismo) de narcotráfico para financiar sus operaciones ilegales en el extranjero.

Y bueno, ¿Estadista o delincuente? Siendo serios, alguien puede ser constructor de Estado y delincuente a la vez. Pero no estoy tan seguro de qué tan brillante fue Pinochet y en qué medida el crédito lo tenían otros.  Algunos creen que no era nada brillante y que los inteligentes eran Merino y Leigh, Guzmán, los economistas y tecnócratas del régimen, en fin. En cualquier caso, hacerle reconocimientos a un dictador mafioso no solo es de mal gusto, sino que sospechoso y peligroso. Quienes defienden a Pinochet o bien niegan sus crímenes, o bien los admiten (en secreto o no) y los justifican. Ambos casos son alarmantes, especialmente con la recuperación del golpismo en los últimos años. No es posible «dar vuelta la página» en una situación así, donde sabemos que una parte de este país volvería a hacer lo que hicieron, de tener los motivos y la oportunidad.