Dos cazadores se encuentran en el bosque cuando uno de ellos se desploma. Parece que no respira y tiene los ojos vidriosos. El otro coge su teléfono móvil y llama al servicio de emergencia:
–  «¡Mi amigo está muerto! ¿Qué puedo hacer?», pregunta histérico.
La operadora contesta:
– «Cálmese, yo le ayudo. Lo primero es asegurarse de que su colega está realmente muerto».
Sigue un lapso de silencio y se oye un disparo…. De nuevo al teléfono, el cazador dice:
– «Vale, ¿y ahora qué?».

(El chiste más divertido del mundo según un experimento por internet sobre el humor llamado Laughlab, del psicólogo Richard Wiseman, de la Universidad de Hertfordshire.)

La risa es un universal humano, pero cómo y de qué se ríe la gente, no lo es. Las inversiones, contradicciones y transgresiones, el romper las reglas establecidas mostrando sus arbitrariedades, el cruzar las líneas invisibles de la normalidad que caracterizan el fenómeno humorístico, puede tener algunas fórmulas universales, pero a la vez el humor es un fenómeno local, vinculado al contexto. La risa revela la existencia de un mundo común, con ciertos códigos para interpretar las normas y las transgresiones de esas normas. Siempre que hay risa, se están explicitando esos códigos que se comparten. Por eso, nunca reimos solos.
Y que mejor que reírnos de nuestras propias desgracias y errores…

Chascarro con el Dalai Lama
Cuando Karl Stefanovic, del programa del Canal australiano Today, tuvo delante al líder espiritual de la comunidad tibetana no le preguntó por el karma o sus relaciones con el Gobierno chino. Stafenovic se atrevió a contar al Dalai Lama un chiste… sobre el Dalai Lama. Y sólo consiguió la cara de asombro (no-lo-cojo) del líder tibetano y su propio ataque de risa: «Sabía que no iba a funcionar», dijo al final.

«Va el Dalai Lama y entra en una pizzería»… El maestro espiritual acude a su intérprete para que le traduzca «pizza shop» y asiente, como si siguiese al entrevistador. Stefanovic continúa: «Y dice: ¿Me puedes hacer una con todo?»

Ahí ya la cara del Lama es una mezcla de ‘no entiendo nada’ o ‘entiendo lo que dices pero no sé que quieres decir ni le veo la gracia’. Vuelve a acudir a su intérprete sin mucho éxito.

A pesar de que Stefanovic insiste —»¿Entiende lo que digo?»— acompañando con gestos y repitiendo la comanda del Dalai Lama en la pizzería —»Me pones una con todo»—, sólo consigue una mirada pasmada del invitado y sus propias carcajadas un tanto descontroladas.

Al «sabía que no funcionaría», añadió en Twitter: «Acabo de entrevistar al Dalai Lama. Es un tipo tranquilo. Le conté un chiste que no cogió. Bochornoso». 

¿Dónde estaba el problema? El australiano lo contó en inglés: «Can you make me one with everything?». Que sería algo como «¿podrías hacerme una(o) con (el) todo?.Y es que «hacerse uno con el todo» es parte de la filosofia budista.

La risa es un universal humano, pero de que se ríe la gente, no lo es. Las inversiones, contradicciones y transgresiones, el romper las reglas establecidas mostrando sus arbitrariedades, el cruzar las líneas invisibles de la normalidad que caracterizan el fenómeno humorístico puede tener algunos giros y fórmulas universales, pero a la vez el humor es un fenómeno local que permanece íntimamente vinculado al contexto en su matiz y contenido. La risa y el sentido del humor (un sentido tan social como el sentido común) genera dinámicas de inclusión y exclusión, de identificación y ruptura social que  hace que la risa y el humor sean fenómenos muy significativos para su estudio antropológico. 
La risa es viral: basta que alguien rompa a reír para que comiencen a sumarse colectivamente quienes le rodean, a veces con efectos catárticos. ¿Por qué la risa es contagiosa? La alegría de pertenecer a una comunidad, de compartir cosas con los demás, estimula buenos sentimientos y el cerebro lo agradece y reconoce el valor que tiene esa risa suministrando endorfinas y dopamina para que uno se sienta bien. Lo que enseñan biólogos y neurólogos es que la parte del cerebro que se activa cuando reímos está en el sistema límbico, no en el córtex que nos hace distintos de los demás seres vivos. El limbo lo compartimos con el resto de mamíferos y es nuestro cerebro más primitivo donde se alojan nuestras emociones más intensas: la risa, el llanto, la bronca, el placer sexual… La risa no es una característica humana sino prelinguística, a pesar de la observación de Aristoteles que “solamente el animal humano ríe”. Los animales ríen y ríen como las personas. No está asociada exclusivamente ni al humor, ni a los trabalenguas ni a los juegos de palabra.
Lo que dicen los psicólogos evolutivos sobre la risa es muy interesante. Tienen dos teorías para decir por qué nos reímos. Una, fácil de entender: siempre que hay risa, no hay amenaza. Cuando hay una falsa alarma, si ríe el jefe de la manada, no hay ningún problema, la gente sigue en sus actividades. La risa tiene un valor adaptativo, es imprescindible para la supervivencia de la especie y tiene que ver con la pertenencia a una comunidad. La segunda, es más interesante desde nuestro punto de vista y tiene que ver con la iniciativa y la innovación: tiene que ver con el momento en que alguien descubre un patrón oculto en el entorno que nos rodea. El cerebro convence al descubridor con una descarga de endorfinas que produce una enorme satisfacción. No en vano, la parte del cerebro que se activa con la risa es la misma que con la cocaína y los orgasmos.

La risa, según los psicólogos evolutivos es un dispositivo clave en el arsenal cognitivo para llegar al mundo en el que estamos. Así, Henri Bergson (1900) y Molière creían que la risa era la mejor manera de combatir lo artificioso, como forma de construir una nueva cultura. Reírse de los poderosos, de las falsas promesas. Y de lo artificial. La risa es la única manera humana de reivindicar lo humano frente a lo maquínico. Es un gesto de disolución de fronteras entre lo profano y lo erudito, entre lo popular y lo formal, lo carnal y lo espiritual (el carnaval), el orden y el caos, la tradición y la innovación, y entre lo humano y lo maquínico. Esas fronteras las necesitamos, ¿para qué? ¿quién las inventó? son instrumentos políticos. 


Y si la risa es contagiosa y nos hace cómplices, el humor permite elaborar una crítica cultural que pueda ser también compartida.»

 

ORIGINAL:
https://unaantropologaenlaluna.blogspot.com/2012/02/antropologia-del-humor-un-arma-eficaz.html?m=1&fbclid=IwAR2bqiqYo_988MCiUS7FrcE0PScHD4AGxB4zJKZZzn24DyigYUtm95x119Y