Por supuesto que una constituciĆ³n no es mĆ”s que el marco normativo del contrato social, pero tampoco es menos. Es la regla general del espacio social compartido, del tipo de relaciones que guiarĆ”n su funcionamiento, lo que somos (y lo que no somos). La ConstituciĆ³n no es la prĆ”ctica social, no es la polĆtica pĆŗblica, no es el bien o servicio que resuelve las necesidades, pero si es la expresiĆ³n normativa del modelo de sociedad que un Estado-NaciĆ³n busca darse a sĆ mismo y, por lo tanto, cĆ³mo se proveerĆ” las soluciones de vida y convivencia de sus integrantes.
La ConstituciĆ³n de 1980 fue la prueba de oro de la forma individual del orden social, so pretexto de la libertad, generĆ³ reglas del juego de tablero inclinado, donde los recursos rodaban a las voraces manos de la acumulaciĆ³n, donde todo es mercancĆa y oportunidad de mercado y el Estado no sĆ³lo permite, sino que sostiene esa cancha desnivelada. Es la sociedad en que los promedios esconden las inmorales desigualdades (el 1% mĆ”s rico de Chile concentra el 49,6% de la riqueza total del paĆs i), la del estilo Robin Hood del neoconservadurismo, que le roba permanentemente a los que menos tienen para entregar a los que mĆ”s, la sociedad de āpatentes, marcas, inversiones financieras, salud privada, educaciĆ³n privada, seguridad privada, falsa seguridad social, cĆ”rceles concesionadas, hospitales concesionados, carreteras concesionadas, barrios segregados, recursos naturales mercantilizadosā¦.ā. Tal y como lo pensĆ³ Jaime GuzmĆ”n, la ConstituciĆ³n de 1980 fijĆ³ las reglas para garantizar la prosperidad desigual, esa en que muchos y muchas estĆ”n condenados a perder para que unos pocos ganen; la que sublimĆ³ al ciudadano-consumidor, para que en su enajenaciĆ³n entienda que la libertad estĆ” en el tener, a costa de lo que sea, incluso de su propia voluntad y dignidad.

La ConstituciĆ³n del 2022, es el inicio de la des-neoliberalizaciĆ³n de la sociedad chilena, no es la sustituciĆ³n del Mercado por el Estado, pero es un cambio de la composiciĆ³n relativa de la relaciĆ³n Estado-Mercado y Sociedad Civil. En efecto, aunque han tratado de desnaturalizar la importancia del artĆculo 1, āChile es un Estado social y democrĆ”tico de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecolĆ³gicoā., Ć©ste nos introduce a un texto que reivindica al ser humano y a la naturaleza, instala el tĆ©rmino de larga y socialmente costosa Ć©poca de la mercantilizaciĆ³n de las relacionesĀ socialesĀ y de las relaciones del ser humano con la naturaleza. Un marcoĀ normativo humanizado que busca intervenir en las asimetrĆas de relaciones desiguales de la condiciĆ³n dominante con mujeres, minorĆas sexuales, pueblos originarios, naturaleza.

Este proyecto de ConstituciĆ³n, al aprobarse, genera una condiciĆ³n mĆnima para una construcciĆ³n social diferente, mĆ”s anclada en lo colectivo que en lo individual, donde la libertad no dependa de la posiciĆ³n social y disponibilidad de recursos, donde la vida humana y la naturaleza no sean āempaquetablesā en bienes-servicios transables. Debemos tener plena claridad, que primero se debe APROBAR el 4 de septiembre, pero que, al hacerlo, se activarĆ”n con mĆ”s fuerza que nunca los dueƱos del mar, de las AFP, las ISAPRES, del Sistema Financiero, los empresarios de la EducaciĆ³n, las Fuerzas Armadas de clase, los grupos de interĆ©s funcionales. Debemos tener claro que la nueva constituciĆ³n es una condiciĆ³n necesaria para transformar Chile, pero ni de cerca es una condiciĆ³n suficiente, como siempre ha sido en la historia, incluso en el pasado reciente que permitiĆ³ llegar hasta aquĆ, la materializaciĆ³n de las transformaciones (que Chile no solo sea un Estado de derecho, sino que esos derechos tengan una expresiĆ³n material), dependerĆ” de la capacidad de generar y acumular poder autĆ³nomo del pueblo organizado.
Pasar de la sociedad del BIEN-TENER a una del BIEN-ESTAR es mƔs que una oportunidad, es un deber Ʃtico y moral.
Patricio Soto Caramori